Tres hospitales públicos catalanes tienen alas privadas para mejorar sus cuentas

17/05/2010
Servicios Hospitalarios Noticias Tres hospitales públicos catalanes tienen alas privadas para mejorar sus cuentas

Las 16 camas de ingreso de que dispone Barnaclínic, el ala privada del Hospital Clínic (Barcelona), y el hecho de que un centro sanitario de titularidad pública disponga en paralelo de oferta médica de pago, han adquirido notoriedad tras la intervención quirúrgica del rey Juan Carlos, un proceso en el que, de forma atípica y por exigencias de la seguridad personal del Monarca, se utilizaron al unísono ambos conceptos asistenciales: el público y el privado.

Este tipo de servicios paralelos, que también existen en el Hospital de Sant Joan de Déu (Esplugues) y en el Hospital Mútua de Terrassa, igualmente públicos, tienen como finalidad ayudar a las finanzas de los centros y, en el caso del Clínic, evitar que sus profesionales de prestigio opten por el sector privado para completar sus salarios.

En los tres casos, la aportación económica del ala privada es discreta, en comparación con la abultada factura de su área pública. En el Sant Joan de Déu, representa el 5% de la actividad. El Clínic dispone de 16 camas de pago frente a 819 públicas. De los 720 médicos que ejercen en el Clínic público, 290 lo hacen también en su ala privada. El resto del personal, incluida la enfermería, es contratado por Barnaclínic.
El Clínic, la Mútua de Terrassa y el Sant Joan de Déu ofrecen servicios de pago fuera del horario general con pacientes que quieren una segunda opinión o evitar esperas
EL BENEFICIO / Este organismo abona a la Corporació Santària Clínic un alquiler –dicen que bastante caro– por el uso de sus quirófanos y de la tecnología diagnóstica del hospital público. Los médicos que trabajan en Barnaclínic perciben el 65% del coste de la asistencia que ofrecen, sea una consulta o una intervención quirúrgica. La Corporació Clínic obtiene el otro 35%. Barnaclínic actúa en horario de tarde y los fines de semana, explica su directora, la doctora Catiana Cabrer. «El área pública del Clínic no deriva pacientes a Barnaclínic –asegura Cabrer–. Nuestra actividad es legal, ética y está perfectamente reconocida: el usuario es quien decide dónde quiere ser atendido, y puede elegir este servicio o cualquier otra clínica privada».

La demanda de Barnaclínic –que, indica Cabrer, nunca ha sido objeto de publicidad–, se canaliza a través de un servicio telefónico exclusivo, al que no acceden los médicos. Un 30% de los pacientes del ala privada llegan del resto de España, o del extranjero, muchas veces en busca de una segunda opinión médica tras un primer diagnóstico, o por haber escogido a un cirujano concreto.

La mayoría de esos enfermos, como ocurre en el resto de centros privados, intentan evitar la eventual espera de los servicios públicos, una demora que, puntualizan fuentes del Servei Català de la Salut, no afecta a los enfermos que se sospecha sufren un cáncer. La Conselleria de Salut estableció hace tres años, para todos los hospitales de máximo nivel, un circuito de atención urgente –tres semanas de espera máxima– para descartar o confirmar un posible cáncer. «Ese circuito incluye la probable cirugía», indican.

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