Vientos sostenibles

20/10/2010
Arquitectura Noticias Vientos sostenibles

Al conocer in situ la manera cómo se desarrolla la arquitectura en ese país, lo bueno y lo malo de la disciplina, se interesó en el área de la sustentabilidad, estudió y obtuvo la acreditación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) y la certificación como consultora para edificios sustentables (Certified Sustainable Building Advisor). "La información y conocimiento que existe allá respecto a este tema, es mucho más avanzada que aquí. Son líderes en sustentabilidad, y se pone en práctica a todo nivel. Todos los edificios gubernamentales están certificados, incluidos escuelas y hospitales", cuenta.

En Vancouver integró el equipo de arquitectos de la firma McFarlane, Green, Biggar Architecture, donde conoció al inglés Nick Foster, que había vivido en esa ciudad durante su adolescencia y a la que había regresado hacía un par de años, después de estudiar Arquitectura en Londres. En la capital británica Nick trabajó en diferentes estudios, incluido el del afamado Norman Foster, donde tuvo la oportunidad de desarrollar proyectos como el edificio Albion River, ubicado en el centro de la ciudad.

"En Inglaterra hay muchas más regulaciones, lo que hace tu enfoque diferente. La exigencia en Norman Foster, por ejemplo, fue mayor en cuanto al rigor. Al enfrentar un diseño exploras cada posible opción que esté disponible, y tomas en cuenta todas las perspectivas -económicas, constructivas, etc.- antes de tomar una decisión", comenta.

En Vancouver el escenario para ambos era totalmente distinto. De partida por el emplazamiento de la ciudad, donde el océano y las montañas tienen una presencia muy potente. "Hacia donde mires es maravilloso, entonces en general los edificios no tienen una vista única, sino en 360 grados. Las inmobiliarias han hecho que casi todos los edificios parezcan de oficinas, porque todos tienen fachadas completas de vidrio. Como si hubieran inventado una fórmula; al final todas las construcciones se ven iguales, entonces da la impresión de que sólo hay un arquitecto".
La arquitecta Bárbara Bernal se fue a Canadá por el impulso joven de querer trabajar fuera de Chile. Podría haber sido cualquier lugar del mundo, pero consiguió un puesto en una oficina en Toronto y se quedó allí por tres años, hasta que una nueva oferta la llevó a Vancouver
Sin embargo, trabajando juntos en MGB, fueron responsables de proyectos diversos y desafiantes, tanto locales como en el extranjero, entre los que destacan un aeropuerto en la caribeña isla de Turcos y Caicos, una torre de departamentos de lujo en Taiwán, la planificación urbana de la ciudad de Khorog, en Tajikistán, en la frontera con Afganistán. En paralelo comenzaron a diseñar encargos por su cuenta, como la remodelación de un departamento en Vancouver, una casa de fin de semana para una ceramista, en la frontera de Canadá y Estados Unidos, para la que se inspiraron en las piezas contemporáneas y limpias que elabora la artista. Allí ya aplicaron conceptos de sustentabilidad como la orientación de la obra o que ésta tuviera ventilación cruzada. Lo mismo ocurrió con su primer proyecto en nuestro país, una casa de descanso en Tunquén hecha según los estrictos estándares canadienses sobre ahorro energético y respeto al medio ambiente.

"Para nosotros el tema de la sustentabilidad es un modo de vida. La arquitectura sustentable es más que sólo arquitectura, la manera de abordarla es mucho más general. En Chile se piensa que esto es agregar a una casa accesorios para ahorrar energía, pero no es así. Hemos aprendido que no es necesario incorporar tecnología cara a un proyecto para que sea sustentable. Todo está en el diseño", explican. Por eso se han enfocado en el concepto que denominan "casas pasivas", uniendo confort, diseño, aislación y todo lo necesario para contar con una mejor obra.
"Acá debería haber más incentivo. La gente está acostumbrada a pasar frío, a tener prendida la estufa a parafina con mal olor. No se sabe cuál es la emisión de una estufa porque no se informa. Como que dejamos que las cosas pasen, que Santiago tenga un esmog horrendo, pero nosotros creemos que hay otro modo de pensar y hacer las cosas que no necesariamente tiene un mayor costo".

Haberse establecido en Santiago este año tiene que ver -además de mayor cercanía familiar- con las oportunidades que acá existen para desarrollar una arquitectura de este tipo. Sobre todo por el reconocimiento que goza la producción nacional en el extranjero y de la que, con su propuesta, tienen pensado llegar a formar parte.

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