El papel de la economía circular en la descarbonización de los edificios
El impacto territorial y ambiental de las demandas de materiales y energía requeridas por el actual metabolismo urbano-económico genera una creciente secuela de residuos y contaminación que provoca la degradación de la biosfera.
De manera resumida, podemos señalar que la dinámica actual consiste en extraer “inputs” de los ecosistemas naturales, principalmente materias primas y energía, los que son procesados técnicamente para generar toda la producción destinada al consumo humano. Ambos procesos, el de extracción y el técnico, generan importantes “outputs” al medio natural que impactan en forma de todo tipo de residuos, provocando el deterioro ecosistémico. Según el informe del Consejo Económico y Social en 2021[1], la huella material mundial ha aumentado en casi un 40% per cápita, pasando de 8,8 toneladas métricas en el año 2000 a 12,2 toneladas métricas en el 2017. Los límites de regeneración de la biosfera se ven superados por la celeridad de los procesos de extracción y producción del modelo actual, por lo que se requiere con urgencia de acciones que desaceleren y reviertan el deterioro ambiental.
El plan de Acción de Economía Circular de la Unión Europea (CEAP/PAEC), se centra en los sectores que utilizan más recursos y donde el potencial de circularidad es alto, en la cual el sector de la edificación es uno de los ejes principales[2], ya que, al estar entrelazado con otros sectores, incrementa su alcance en la generación de residuos. Un ejemplo claro de ello es la actividad logística asociada al sector de la construcción debido las importaciones y exportaciones de materiales.
La construcción exige grandes cantidades de energía y de recursos o “inputs” de la biosfera, aproximadamente el 50% de todos los materiales extraídos[3], y es responsable de más del 35% del total de los residuos generados en la Unión Europea.
Fuente: Eurostat
El problema del cambio climático se debe, principalmente, al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero GEI. Los presupuestos de carbono establecidos por la Unión Europea se han fijado en función de dos posibles escenarios establecidos en el Acuerdo de París (2015), en los que se definen los límites del incremento de la temperatura para el año 2050 en 1,5°C y 2°C. Para no superar ninguno de estos dos escenarios, será necesario que todas las actividades económicas a nivel mundial no sobrepasen respectivamente las cantidades de 784Gt/CO2e y 669Gt/CO2e en sus emisiones GEI.
En el sector de la edificación las emisiones GEI resultantes de la extracción de materias primas y su proceso de fabricación para convertirlas en productos para la construcción, oscilan entre un 5% y un 12% de las emisiones totales[4]. El Plan de Acción para la Economía Circular UE (PAEC/CEAP), señala que una mayor eficiencia en los materiales utilizados en el sector podría suponer un ahorro del 80% de esas emisiones[5].
Las metas globales para lograr una economía descarbonizada en el 2050 contemplan la adopción de la economía circular (EC) como herramienta estratégica para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en todo el ciclo de vida del edificio, ya que es capaz de evitar la extracción de nuevas materias primas mediante las acciones de recuperación, reciclaje y reutilización de material implícitas en los principios del modelo Circular[6].
Esquema de las 7R en la Economía Circular [7]
Rediseñar – Reducir – Reutilizar – Reparar – Renovar – Recuperar – Reciclar
El sector inmobiliario y su rol en la descarbonización de la economía
Una investigación realizada por la Asociación Europea de Bienes Raíces EPRA y la Asociación Europea de Inversores Inmobiliarios no cotizados INREV, destaca el papel clave que juega el sector inmobiliario dentro del proceso de descarbonización, que es el responsable del 40% de energía utilizada y el 29% de todas las emisiones GEI[8] producidas dentro de la Unión Europea. A la relación costo-beneficio que impulsa la inversión en el sector (Spanner & Wein, 2020), actualmente se le suma también el factor de la sostenibilidad medioambiental como un elemento clave y posiblemente crítico debido a las continuas actualizaciones de las regulaciones en el sector.
La Directiva Europea 2018/844[9] de Eficiencia Energética de los edificios (EPBD), que modifica la Directiva 2010/31UE y la Directiva 2012/27/UE, define, para los Estados Miembros de la UE, los parámetros de eficiencia energética aplicables a edificios de nueva construcción y gran rehabilitación, que se incluyen en las normativas locales como el código técnico de la edificación en el caso de España, normativa que exige que a partir del 2021, los edificios nuevos deberán alcanzar el estándar de “edificio de consumo de energía casi nulo” (nZEB)[10].
El Carbon Risk Real Estate Monitor (CRREM)[11] es una herramienta diseñada para cubrir la necesidad de una evaluación del riesgo de carbono que podrían sufrir los edificios en el contexto de cambio climático. Aplicando el concepto del “activo varado” o “activo obsoleto”, para referirse a la obsolescencia prematura que podría sufrir un inmueble al no implementarse medidas de mitigación o adaptación al cambio climático en sus instalaciones. El que un edificio quede varado u obsoleto, implicaría que pueda ver afectada su eficiencia o desempeño como edificio, reduciendo sus prestaciones funcionales, lo que podría repercutir como una pérdida de valor o devaluación del inmueble a nivel financiero.
El sector inmobiliario está sometido a una fuerte presión para conseguir la reducción de las emisiones de carbono en las ciudades, según fuentes del WGBCI, los edificios representan el 60% de las emisiones totales en las ciudades y en 2050 se prevé que el 80% del parque edificado de las ciudades estará construido[12], año en el que también se deberá alcanzar la neutralidad de las emisiones de carbono operativo.
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