Los avances en la digitalización en general de las actividades humanas han sido noticia en los últimos tiempos. La pandemia, y los confinamientos que ha provocado, han acelerado este proceso en la Sanidad. El crecimiento exponencial de datos a procesar conduce a una cada vez mayor dependencia de los centros donde se reciben, almacenan y procesan, y hace más crítica la necesidad de asegurar su disponibilidad mediante un mantenimiento programado y riguroso que maximice la calidad y fiabilidad de funcionamiento de la infraestructura que lo soporta.

La digitalización y la dependencia de los datos

En estas últimas décadas, la tecnología se ha ido introduciendo progresivamente en el ámbito de la salud, y especialmente la aparición de la Covid19 ha promovido una aceleración destacada de la digitalización de la Sanidad. El año 2020 ha marcado un antes y un después.

Por ejemplo, el uso de la telemedicina ha crecido exponencialmente en este último año, sobre todo una de sus ramas: la teleconsulta, ante las dificultades de acudir presencialmente a centros de salud y hospitales. Se estima que, en los próximos años, la mayoría de hospitales y centros sanitarios van hacer un uso generalizado de este tipo de atención médica virtual.

Por otro lado, el desarrollo del «Internet of Things» (IoT) está propiciando la creación de nuevas herramientas de gestión hospitalaria y de diagnóstico. Con el uso de tecnologías relacionadas con el tratamiento y procesamiento de datos (big data) se manejan cantidades enormes de información. Un ejemplo son los wearables, pulseras inteligentes y otros dispositivos de monitorización portátiles, que se están desarrollando paralela mente, mejorando la prevención y tratamiento de muchas enfermedades. Sin duda, nuevas tecnologías estarán presentes en un futuro próximo.

Edge Computing, 5G, IoT, son palabras, tecnologías y conceptos que hace 5 años apenas se conocían y que ya forman parte de nuestra realidad. Se estima que en la próxima década todos los hospitales, centros de salud y centros especializados, contarán con un mayor nivel de digitalización en sus actividades de atención médica, gestión y mantenimiento. Las inversiones en este sentido serán muy importantes, favorecidas por la aplicación de los fondos de recuperación europeos, que en sus objetivos apoyan claramente este tipo de inversiones en digitalización de procesos que se traducirán en un aumento de la eficacia operativa.

El crecimiento exponencial de datos a procesar conduce a una cada vez mayor dependencia de los centros donde se reciben, almacenan y procesan los datos, y hace más crítica la necesidad de asegurar su calidad y fiabilidad de funcionamiento.

El cerebro del Hospital Inteligente

El Centro de Proceso de Datos (CPD) y su red de distribución constituyen el centro neurálgico del hospital moderno. No solamente las aplicaciones administrativas de admisión, facturación, gestión y las aplicaciones del departamento de gestión técnica de instalaciones, mantenimiento y servicios generales, dependen de la red de datos, sino también cada vez más aplicaciones médicas para el cuidado de pacientes, diagnóstico, farmacia, etc. tienen un crecimiento exponencial.

Es por ello que los CPDs de los hospitales y servicios de salud están en continua evolución, ampliación y actualización lo cual conlleva que la potencia eléctrica necesaria es cada vez mayor y en consecuencia la disipación térmica del equipamiento informático y electrónico también. En un CPD, desde el punto de vista del equipamiento activo que consume energía, se pueden diferenciar dos grandes bloques:

La Carga IT, formada por los equipamientos informáticos de almacenamiento y proceso de datos, es decir los servidores, sistemas de almacenamiento, sistemas de comunicaciones, etc.

La Carga no IT, formada por el resto de sistemas que dan soporte a esa carga IT: sistemas de iluminación, control de accesos, control y extinción de incendios, etc. Y de forma destacada, los sistemas que garantizan su funcionamiento, tanto por continuidad eléctrica como por aseguramiento de condiciones ambientales. A estos últimos sistemas se les conoce generalmente como infraestructura crítica del CPD y lo protegen de sus máximos enemigos a este nivel:

• Un fallo de alimentación eléctrica, en forma de microcorte o corte, provoca no solo la caída del servicio sino problemas derivados en procesos y bases de datos no cerrados ordenadamente.
• Un fallo de la gestión del calor disipado provoca el paro de los servidores por sobretemperatura y por ello el paro del CPD y los servicios soportados.

No sucede con frecuencia, pero cuando sucede una caída del CPD, sea por unos segundos, unos minutos o unas horas, los efectos pueden ser devastadores, especialmente si hay procesos clínicos o intervencionistas que se pueden ver afectados por la falta de datos, imágenes, o comunicaciones.

Y así como el grado de concienciación sobre la criticidad en los grandes centros de datos ya sean de co-location o corporativos (públicos o privados) es enorme, donde quizás el grado de madurez esté un paso por detrás es en las instalaciones de menor capacidad o potencia como son los CPDs hospitalarios. Sin embargo, la avalancha del Edge Computing irá progresivamente convirtiendo esas mini o micro-ubicaciones en instalaciones con un grado de criticidad similar al de los grandes CPDs y no quedará más remedio que adoptar, a su escala, todas las mejores prácticas en cuanto a disponibilidad: arquitecturas fiables con cierto nivel de redundancia, equipamientos de la máxima calidad y fiabilidad (por ejemplo de construcción modular con redundancia implícita), y el mantenimiento adecuado (preventivo y correctivo) que minimice las averías y el tiempo de inoperatividad.