La pandemia por COVID-19 ha transformado de forma imprevista y radical el escenario que teníamos contemplado. Vaya por delante que todavía nadie sabe lo que va a pasar, de hecho, la crisis no ha finalizado. No existen precedentes cercanos de emergencias sanitarias de estas características y por lo tanto la incertidumbre es enorme.

En este contexto, los hospitales y centros de salud tratan de equilibrar sus enfoques organizativos y de gestión para dar respuesta a las tres velocidades que imprime la situación: el plan de choque, la desescalada y el futuro.

Fase 1. Plan de choque
En primer lugar, continuar atendiendo a pacientes covid19. Eso requiere gestionar con agilidad el flujo continuo de nuevas situaciones y, a la vez, inyectar la pausa necesaria para incorporar mejoras clínicas, organizativas y de atención al paciente fruto de la expertise acumulada hasta día de hoy.

Fase 2. Plan de desescalada o recuperación
Actualmente nos encontramos en el periodo de transición a la nueva fase de la epidemia. Los hospitales y dispositivos de salud siguen atendiendo la patología derivada de la covid-19 pero también van recuperando paulatinamente la actividad preferente y ordinaria que ha sido relegada durante el plan de choque. Los planes de desescalada tienen en consideración aspectos como el ajuste de la capacidad asistencial, la adaptación de la estructura organizativa, el refuerzo e incentivación de los profesionales y la revisión del plan de sostenibilidad de los centros.

Sin olvidar tampoco que también será necesario tener en consideración periodos de latencia suficientes y prever medidas reversibles o de retorno en caso de aumento de la incidencia de patología COVID-19.

Fase 3. Plan post covid-19
En tercer lugar, reflexionar y preparar el futuro para cuando el impacto de la covid19 descienda al nivel del resto de enfermedades de su rango. Por ahora desconocemos cuando será, pero creemos que llegará. Y en este nuevo futuro seguramente nada volverá a ser como antes, y las organizaciones de salud tendrán que preparase para afrontar nuevos retos y asimilar nuevos paradigmas.

El desafío de las organizaciones de salud es encajar los diferentes enfoques de gestión que plantean cada una de estas tres fases, ajustando la velocidad al ritmo que cada reto requiere.

Entorno VUCA: Transición de la burocracia a la agilidad
El acrónimo VUCA es utilizado en estrategia empresarial para describir o reflejar la volatilidad, incertidumbre (uncertainty en inglés), complejidad y ambigüedad de condiciones y situaciones. Con frecuencia se relaciona con la forma en que los directivos contemplan las condiciones bajo las que se toman decisiones, planifican, gestionan riesgos y resuelven problemas.

VUCA se usa actualmente como código práctico de consciencia de mundo líquido y preparación y evolución hacia la agilidad.

En un entorno VUCA, las organizaciones del sector tendrán el encargo de iniciar la transición de un estado burocrático a una gestión ágil que les permita adaptarse rápidamente a los cambios que están por venir. Para ello deberán ser capaces de eliminar capas de gestión de poco valor añadido sin poner en riesgo ningún elemento esencial de la atención sanitaria, como por ejemplo la seguridad del paciente y del profesional y la eficacia clínica.

Los enfoques ágiles deben facilitar a las organizaciones acomodarse rápidamente a regulaciones y decretos de las administraciones – recurrentes en tiempo de crisis -, la entrada de nueva tecnología o modificaciones express de la cartera de servicios.

Probablemente la descentralización organizativa, la flexibilización del trabajo y la profesionalización de la gestión de riesgos y contingencias se convertirán en herramientas clave para incrementar la agilidad y hacer frente a estos nuevos desafíos.