Una buena señalética contribuye a garantizar la accesibilidad universal.

Patricio Martínez, Arquitecto, Maximià Torruella, Arquitecto | 26/05/2016
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La señalética es clave para lograr este objetivo, pues permite a los usuarios orientarse en el entorno y les facilita el uso del espacio, contribuyendo a lograr edificios inclusivos. Además, la implantación de un proyecto de señalética en un edificio existente implica un cambio poco agresivo sin necesidad de grandes obras.


Una propuesta de señalética bien diseñada debe plantearse como una comunicación espacial que ha de ser necesariamente general, sistemática e inmediata, es decir, "universal" dando respuesta a las diferentes necesidades y realidades lingüísticas, culturales, capacidades cognitivas y aprehensivas siempre desde la inclusión. Es importante subrayar que no puede limitarse a la simple superposición de cartelería y paneles, debe atender a los espacios y a los acabados de los materiales, integrándose perfectamente en el entorno, e incorporar nuevas tecnologías. Sólo así se consigue una auténtica mejora de la política de comunicación, de relaciones humanas y de servicios.



Para la redacción de todo proyecto de señalética lo primero es definir las características tanto conceptuales, como funcionales, formales, constructivas y económicas, para proporcionar una primera imagen global que debe recoger también los logos corporativos, identificativos del centro a reformar.


Desde un punto de vista funcional, la señalética tiene que estar presente en el edificio desde el mismo momento de la llegada, incluyendo accesos y zonas de urbanización próximas a éstos. Una vez en el interior se deben considerar todos los espacios generales, como la recepción, las salas de espera y otras estancias de pública concurrencia.


En pasillos largos, cruces o edificios con una organización compleja, como es el caso de grandes centros sanitarios, es necesario incluir elementos varios, como carteles, recordatorios y flechas direccionales que nos recuerden la dirección a seguir, nos ayuden en la toma de decisiones y nos conduzcan a destino. Del mismo modo, deben existir carteles de confirmación de destino en los accesos principales y en las salas específicas. Por otro lado, todo cambio de cota que implique un desplazamiento vertical, debe ser indicado convenientemente.


Tras confirmar que la opción planificada asegura funcionalmente los niveles más altos de inclusión y de accesibilidad y es la más adecuada para el edificio objeto de mejora, se procede a desarrollar los elementos de forma más específica. Ello conlleva el desarrollo de aspectos varios:



Por un lado hay que diseñar los pictogramas por áreas y actividades, decidir combinaciones cromáticas en base a la tipografía corporativa, estudiar la disposición en planta y alzados de los distintos elementos que la integran, así como definir de forma detallada el diseño de los posibles soportes, hitos y paneles. El proyecto debe adecuar el tamaño de las letras y los pictogramas a la distancia a la que deben ser leídos. Los pictogramas utilizados han de ser claros y de fácil comprensión para todas las personas. A su vez es necesario valorar los colores más pertinentes en cada caso, pues el color es un recurso para indicar y transmitir información, pero conviene que sean tonos contrastados y deben ir asociados a pictogramas, símbolos, números, etc...


Por otro lado, hay que considerar también, aunque muchas veces sea olvidada, la comunicación adecuada a las personas con diversidad funcional como es el caso de los invidentes. En el acceso principal a cualquier edificio de pública concurrencia, debería figurar el nombre del centro en Braille, a una altura y colocación fácilmente detectable, así como un mapa táctil que permita conocer los recorridos principales y la distribución de los espacios generales.



A su vez se debe incorporar en el pavimento una franja guía que acompañe a los usuarios desde el acceso principal hasta la recepción, indicada en color contrastado y con relieve, para que pueda ser detectada por personas que no ven o que ven poco. Es importante entender bien la lógica de funcionamiento de éste para que sea realmente efectivo y estudiar el relieve adecuado para que su irregularidad no genere conflictos a otros usuarios que se desplazan con dificultad.


La tecnología también está presente y juega un papel importante en la señalética. En este sentido la evolución es rápida y las opciones amplias. Conviene destacar la utilización en espacios públicos de semáforos con señal auditiva que facilita la autonomía de las personas invidentes, o el uso del bucle magnético en las recepciones de edificios de pública concurrencia para mejorar la experiencia de las personas con dificultades auditivas. En el caso de centros sanitarios, por ejemplo, resulta altamente recomendable la incorporación de sistemas visuales y auditivos en las salas de espera para advertir a los pacientes de su turno.


 

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