La resonancia integrada con PET llega a los hospitales españoles en 2013
La resonancia magnética nuclear combinada con la tomografía de emisión de positrones (PET-MR, por sus siglas anglosajonas) llega a los hospitales españoles tan solo dos años después de que se fabricaran los primeros equipos en Ginebra (Suiza) y Munich (Alemania).
A lo largo de 2013, el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona instala una de estas modalidades híbridas (de las que, en España, solo existe una por el momento en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que dirige Valentín Fuster en Madrid) que permite ahorrar en número de pruebas (al hacer lo que antes requerían dos) y disponer de información anatómica y funcional superpuestas en tiempo real, según han explicado a Redacción Médica el director del Servicio de Medicina Nuclear del centro hospitalario catalán, Ignasi Carrió, y el también radiólogo Pablo R. Ros, de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve (en Cleveland, Estados Unidos), durante una conversación mantenida con ambos en la ciudad condal con motivo del 5th Annual Barcelona PET-CT and MRI-PET Practial Course y en el que ha estado presente la compañía Philips.
Ambas técnicas de imagen existen desde hace entre diez y quince años y, de hecho, se han aplicado de forma sistemática en muchas especialidades médicas. Pero el equipo que aúna las dos técnicas, resonancia y PET, abre nuevas expectativas en diferentes campos de la Medicina como la cardiología, la neurología, y, sobre todo, la oncología.
Tal como ha señalado a este periódico el profesor Ross, en el ámbito del cáncer el PET se revela desde hace tiempo como un extraordinario aliado en la diagnosis y el tratamiento de la enfermedad, ya que se sirve de biomarcadores como, por ejemplo, la fluorodesoxiglucosa, que, marcada con un isótopo radiactivo, revela al clínico la presencia del tumor en el organismo.
“Pero nos falta entonces su localización anatómica”, para lo que se practican otras pruebas de imagen como la resonancia magnética (MR) o incluso la tomografía computerizada (CT). “A finales de los 90, a uno de los colegas presentes en este foro se le ocurrió unir la CT con el PET para disponer de la información metabólica de éste y de la anatómica de aquélla, y ha funcionado muy bien”, ha revelado. “En el mundo –continúa– hay instalados unos 5.000 PET-CT, que son aparatos relativamente caros que tienen un CT ensamblado a un PET, y el 97 por ciento se aplica en oncología en este momento”.
En la foto: Pablo Ross, de ClevelandEl Servicio de Radiología del Sant Pau de Barcelona lo instala en los próximos meses
A lo largo de 2013, el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona instala una de estas modalidades híbridas (de las que, en España, solo existe una por el momento en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que dirige Valentín Fuster en Madrid) que permite ahorrar en número de pruebas (al hacer lo que antes requerían dos) y disponer de información anatómica y funcional superpuestas en tiempo real, según han explicado a Redacción Médica el director del Servicio de Medicina Nuclear del centro hospitalario catalán, Ignasi Carrió, y el también radiólogo Pablo R. Ros, de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve (en Cleveland, Estados Unidos), durante una conversación mantenida con ambos en la ciudad condal con motivo del 5th Annual Barcelona PET-CT and MRI-PET Practial Course y en el que ha estado presente la compañía Philips.
Ambas técnicas de imagen existen desde hace entre diez y quince años y, de hecho, se han aplicado de forma sistemática en muchas especialidades médicas. Pero el equipo que aúna las dos técnicas, resonancia y PET, abre nuevas expectativas en diferentes campos de la Medicina como la cardiología, la neurología, y, sobre todo, la oncología.
Tal como ha señalado a este periódico el profesor Ross, en el ámbito del cáncer el PET se revela desde hace tiempo como un extraordinario aliado en la diagnosis y el tratamiento de la enfermedad, ya que se sirve de biomarcadores como, por ejemplo, la fluorodesoxiglucosa, que, marcada con un isótopo radiactivo, revela al clínico la presencia del tumor en el organismo.
“Pero nos falta entonces su localización anatómica”, para lo que se practican otras pruebas de imagen como la resonancia magnética (MR) o incluso la tomografía computerizada (CT). “A finales de los 90, a uno de los colegas presentes en este foro se le ocurrió unir la CT con el PET para disponer de la información metabólica de éste y de la anatómica de aquélla, y ha funcionado muy bien”, ha revelado. “En el mundo –continúa– hay instalados unos 5.000 PET-CT, que son aparatos relativamente caros que tienen un CT ensamblado a un PET, y el 97 por ciento se aplica en oncología en este momento”.
En la foto: Pablo Ross, de ClevelandEl Servicio de Radiología del Sant Pau de Barcelona lo instala en los próximos meses
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