5 claves para fortalecer la salud mental a través de la alimentación en residencias

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En el ámbito de las residencias y centros sociosanitarios, garantizar el bienestar integral de las personas mayores no puede limitarse únicamente a la atención médica o asistencial. La alimentación, como parte esencial del cuidado diario, desempeña un papel clave no solo en la salud física, sino también en el equilibrio emocional y cognitivo de los residentes. Cada vez más estudios confirman que una dieta equilibrada y adaptada incide directamente en el estado de ánimo, la memoria y la calidad de vida.

Este artículo repasa cinco razones fundamentales por las que lo que comen los residentes influye en su salud mental, y cómo las personas responsables de cocina y gestión pueden contribuir a mejorarla desde el plato.

 

1. El cerebro también necesita comer bien. Nuestro cerebro depende de una buena nutrición para funcionar correctamente. Las grasas saludables (presentes en alimentos como el aceite de oliva virgen extra, frutos secos o aguacate), así como minerales como el magnesio y el zinc, y vitaminas del grupo B, resultan indispensables para mantener la estabilidad emocional, la concentración y la memoria.

En personas mayores, muchas veces con necesidades nutricionales específicas, la carencia de estos elementos no solo debilita la salud física, sino también la cognitiva y emocional.

 

2. El exceso de grasas y azúcares pueden nublar la mente. Las comidas ultraprocesadas, ricas en grasas saturadas y azúcares, activan temporalmente los centros de placer del cerebro. Aunque puedan darte una sensación momentánea de bienestar, su consumo frecuente puede alterar el equilibrio químico cerebral, favoreciendo la inflamación y aumentando el riesgo de padecer ansiedad, depresión o fatiga. Apostar por una alimentación más natural y menos procesada en residencias y centros sociosanitarios ayuda a mantener el equilibrio emocional.

 

3. Intestino y cerebro: una conexión decisiva. ¿Alguna vez has sentido mariposas en el estómago cuando estás nervioso? No es casualidad: el intestino y el cerebro están en constante comunicación. Una microbiota intestinal sana –es decir, un buen equilibrio de bacterias en el intestino– influye positivamente en el estado de ánimo, ya que participa en la producción de neurotransmisores como la serotonina. Comer más fibra, frutas y verduras ayuda a cuidar esa conexión tan importante.

 

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