Centro Simulación Clínica Avanzada del Vall d’Hebron: un laboratorio de futuro
Dentro del hospital donde se entrena el futuro… y se escucha al paciente
Entrar al Centro de Simulación Clínica Avanzada del Hospital Vall d’Hebron no es solo cruzar una puerta. Es abrir una rendija al futuro inmediato de la medicina. Allí, lo sanitario se entrena con rigor, se equivoca sin miedo y se repiensa sin pausa. Uno no ve bisturís en movimiento ni camillas a toda prisa. Lo que se presencia tiene menos urgencia, pero más impacto: el ensayo previo al acierto, el error como herramienta de precisión, la formación que no se improvisa. Todo eso ocurre aquí. Y se muestra al público con la honestidad de quien no busca aplausos, sino implicación.
En esta jornada de puertas abiertas no había dramatismo televisivo ni protocolos solemnes. Lo que había era un mensaje directo: venid, mirad, preguntad. Porque esto también os pertenece.
Una bienvenida sin guion, con nombres propios
Nos recibió el doctor Jordi Bañeras Rius, coordinador del centro. Sin trajes blindados ni poses de autoridad, con una naturalidad que no resta autoridad, sino que la transforma. Su intervención inicial no fue un discurso: fue una invitación. A entender qué es este lugar, por qué existe, y por qué ahora quiere abrirse más allá de los profesionales. Quieren abrirlo a la ciudadanía no como gesto simbólico, sino como estrategia de mejora real.
Junto a él estaban Inés, encargada de guiarnos por las instalaciones; Marta, que se ocupó de explicarlas con esa mezcla tan difícil de lograr entre precisión técnica y lenguaje claro; y Lucía, en proceso de formación, que no dijo mucho, pero lo absorbía todo con la mirada.

Inés explicándonos las diferentes áreas
Esa pequeña escena bastó para entender de qué va este sitio: compartir el conocimiento, dejar que circule sin barreras jerárquicas, enseñar mientras se aprende.
Ensayar antes de actuar: una lógica que lo cambia todo
El recorrido fue breve, pero no superficial. Cada espacio, cada sala, cada aparato tiene un propósito claro: reproducir con la mayor fidelidad posible las situaciones que un sanitario puede enfrentar en su día a día. Quirófanos que no operan, pero laten. Unidades de cuidados intensivos sin pacientes reales, pero con maniquíes que respiran, sangran, se complican. Equipos que reaccionan en tiempo real. Como en la vida real, pero sin consecuencias irreversibles.
¿La idea? Ensayar hasta el fallo. Y después, volver a ensayar hasta que el fallo desaparezca. Esa es la diferencia entre improvisar y preparar. Aquí no se escapa del error. Se le enfrenta. Se le disecciona. Se le convierte en aprendizaje compartido. La frase que flotaba en el aire era sencilla pero poderosa: “Aquí se viene a fallar”. Y al escucharla, uno entiende que esta medicina no busca la perfección imposible, sino la mejora constante. La que sí es posible.
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