Diseñando los entornos hospitalarios para el bienestar de los usuarios
Una de las asignaturas pendientes del sector sanitario es hacer de la estancia hospitalaria un trámite lo más agradable posible para las personas que se encuentran en proceso de hospitalización, así como para sus familiares, de manera que diseñar una experiencia más confortable para el paciente se convierta en un imperativo casi de índole moral. En un escenario en el que el Sistema Nacional de Salud (SNS) tiene que lidiar con múltiples retos, entre ellos, la precariedad de las infraestructuras sanitarias, la escasez de profesionales o la falta de financiación, la atención hospitalaria está replanteando de forma creciente los entornos sanitarios para situar el bienestar en el centro.
La priorización del confort de las personas ingresadas, así como de sus familiares, debe comprender una atención integral que tenga en cuenta tanto las necesidades físicas como aspectos emocionales o psicológicos, algo que, además, debe plasmarse en los distintos espacios e instalaciones que conforman el hospital.
En el terreno de los requerimientos relacionados con el entorno físico, uno de los elementos primordiales para asegurar el bienestar de los pacientes es el mantenimiento de altos estándares de limpieza y desinfección, buscando que las personas se sientan no solo cómodas durante su estancia hospitalaria, sino seguras y protegidas ante el posible riesgo de contraer infecciones nosocomiales. En ese sentido, es clave considerar los puntos de mayor contacto (pasamanos, botonería de los ascensores, manetas de las puertas), así como las zonas de riesgo medio y alto en cuanto a sus necesidades de limpieza y desinfección (bloques quirúrgicos, unidades de cuidados intensivos, urgencias), como vectores de transmisibilidad sobre los que es imprescindible ejecutar los adecuados protocolos de limpieza y desinfección.
Otro de los aspectos relativos al bienestar físico del paciente tiene que ver con el control de factores ambientales tales como la iluminación, la temperatura y el confort térmico y acústico de los diferentes espacios hospitalarios. Es conocido cómo, por ejemplo, en las zonas de internamiento tales como las Unidades de Cuidados Intensivos, cobra una gran importancia garantizar el ritmo circadiano a través de la iluminación, debido a su impacto en la recuperación del paciente. En lo que respecta a la temperatura, es importante que esta sea la adecuada en cada estancia, buscando garantizar el bienestar térmico, a la vez que cumple con un compromiso de ahorro energético. Asimismo, los sistemas de ventilación deben asegurar, con los adecuados sistemas de filtración, un entorno bien ventilado y libre de patógenos, aspecto primordial a la hora de minimizar el riesgo de transmisión de infecciones nosocomiales.
Todos estos aspectos, por tanto, deben tenerse en cuenta en el diseño de las diferentes instalaciones sanitarias, las cuales deberán contar con sensores que permitan monitorizarlos y regularlos según las distintas necesidades, para mejorar los procesos de mantenimiento preventivo, predictivo y correctivo.
Siguiendo con los aspectos físicos, y ahora en relación con el ámbito arquitectónico, es clave que los espacios hospitalarios se diseñen (tanto en el caso de nueva construcción como reforma), de acuerdo con los requerimientos funcionales, así como teniendo en cuenta las necesidades de los pacientes y sus familiares.
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