Hacia una mejor experiencia del paciente
La experiencia en el hospital es un aspecto clave en el bienestar de los pacientes y sus familias. Un entorno hospitalario eficiente, acogedor y bien diseñado no solo contribuye a la recuperación física, sino también a aliviar el estrés emocional que muchas veces se asocia con la asistencia sanitaria. En este contexto, y más allá del papel esencial que juega la calidad de la atención médica, el principal reto de las infraestructuras que conforman los centros de salud radica en mejorar la experiencia del paciente, a través del impulso de un ambiente hospitalario centrado en las personas, y que busque mejorar los entornos de recuperación de los pacientes, los espacios usados por los familiares, así como los entornos de trabajo de los profesionales asistenciales y no asistenciales.
Las infraestructuras hospitalarias comprenden espacios de ámbito técnico dónde se desarrolla una intensa actividad asistencial tales como quirófanos, salas de radiología, unidades de cuidados intensivos, etc. Asimismo, también incluyen espacios que podríamos llamar más mundanos, tales como zonas de tránsito, salas de descanso, salas de espera y zonas de índole administrativa o de gestión. Estos espacios, pese a no estar destinados estrictamente a la asistencia sanitaria, son una pieza importante en la experiencia del paciente, de sus familiares, así como de los profesionales sanitarios. Por ese motivo, los servicios no asistenciales, tales como la limpieza o el mantenimiento de las instalaciones juegan un papel relevante, así como el propio diseño de dichos espacios, contribuyendo todo ello a una mayor harmonía en la experiencia de todos los involucrados en el proceso asistencial.
Uno de los espacios importantes, y a veces olvidado en el entorno hospitalario, son las salas de espera, muchas veces espacios impersonales y poco acogedores. En primer lugar, la adecuada gestión de colas debe evitar su masificación, para reducir la tensión y la sensación de saturación. Asimismo, en su diseño, se deben considerar aspectos tales como los colores y texturas. Efectivamente, ha quedado demostrado como los colores impactan en la actividad cerebral, afectando directamente al nivel de estrés. Sumado a lo anterior, las texturas naturales contribuyen a generar una mayor sensación de tranquilidad. En ese sentido, se debe pensar en la incorporación, por ejemplo, de acabados naturales tales como la madera o, incluso, incorporar plantas al entorno. La iluminación, preferentemente, debe ser natural incorporando, si es preciso, lucernarios cuando dichas salas deben ser interiores. Es imprescindible, además, garantizar la calidad del aire interior, con las adecuadas renovaciones y asegurando las temperaturas de confort. La señalización e información debe aportar en todo momento previsibilidad y fiabilidad. Por último, el mobiliario debe ser cómodo y definirse considerando el impacto que éste tiene en la percepción del entorno. Todo ello, en definitiva, contribuye a la funcionalidad de un espacio que recibe un uso intensivo en cualquier edificio sanitario en general y hospitalario en particular.
En línea con garantizar el buen funcionamiento del centro sanitario, el diseño y la distribución de los distintos espacios que forman el hospital debe adecuarse a una navegación fluida, considerando lógicamente el proceso asistencial, por lo que elementos como una señalización clara e intuitiva cobran un mayor protagonismo, no sólo para asegurar una estancia cómoda, sino para que los pacientes y sus familias puedan moverse con facilidad por las instalaciones.
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