Entornos y desarrollo durante la niñez: neuroarquitectura y percepción en la infancia
Ana Mombiedro Lozano investiga sobre los vínculos entre la neurociencia y la arquitectura, con el objetivo de proyectar una arquitectura que tenga en cuenta el confort emocional y funcional de los usuarios. Así nace el concepto de neuroarquitectura, que debe establecerse como un campo de investigación en sí mismo para no caer en el saco de las pesudeociencias. Recomendamos el artículo Entornos y desarrollo durante la niñez. Neuroarquitectura y percepción en la infancia, que se publicó en la revista Tarbiya. Revista de Investigación e Innovación Educativadel Instituto Universitario de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid.
La neuroarquitectura es un campo interdisciplinario que estudia la relación entre la arquitectura y la neurociencia, centrándose en cómo la percepción del espacio construido afecta la actividad cerebral y el comportamiento humano. Busca aplicar los conocimientos neurocientíficos para mejorar la calidad de los espacios arquitectónicos, optimizando factores como la luz, el aire y la acústica para promover situaciones específicas, como la concentración y la participación. La relación entre la arquitectura y el sistema nervioso ya ha sido explorada por arquitectos como Juhani Pallasmaa, que enfatiza en considerar la arquitectura como una extensión del cuerpo humano y la importancia de la percepción multisensorial en la experiencia arquitectónica.
Los avances en neurociencia han revelado cómo el sistema nervioso procesa la representación del mundo y la percepción corporal, gracias a estudios de científicos como V. S. Ramachandran, Semir Zeki y Oliver Sacks, especialmente a través de casos de pacientes con anomalías cerebrales. No hay fórmulas universales para diseñar espacios asociados a sensaciones o emociones, pero se pueden establecer criterios basados en las etapas de maduración del sistema nervioso. A lo largo de la vida, el desarrollo del sistema nervioso está influido por experiencias vitales y la percepción del entorno, desde la vida prenatal hasta la vejez, con la infancia siendo crucial para la formación de la personalidad y las conexiones sensoriales. La interacción del cuerpo con el entorno influye en la estructura cerebral, como revela la investigación de Sandra y Matthew Blakeslee sobre "El mandala del cuerpo", mostrando cómo el cerebro mapea el espacio circundante como una extensión corporal, especialmente en la infancia, período de máxima plasticidad neuronal.
Wilder Penfield, destacado neurocirujano, realizó cirugías cerebrales en pacientes despiertos para tratar la epilepsia, descubriendo representaciones neurales del cuerpo en el córtex cerebral, conocidas como "homúnculo". Este mapeo del cuerpo se desarrolla a lo largo del tiempo y es esencial para comprender el entorno y la interacción con él. En 1991, Giacomo Rizzolatti y su equipo descubrieron neuronas espejo en monos, activadas tanto al realizar acciones como al observarlas en otros. Estas neuronas permiten emular lo que sucede en el entorno, siendo fundamentales para el aprendizaje y la interacción. Además, James G. Gibson propuso la Teoría de las affordances, que se refiere a cómo percibimos objetos según las acciones que ofrecen.
El diseño de espacios educativos debe adaptarse a las necesidades de cada etapa de la vida, considerando el desarrollo cerebral y la capacidad de selección de estímulos. Existen manuales de diseño de espacios educativos que buscan centrar el aprendizaje en los alumnos, pero carecen de evidencia científica sobre su impacto en el rendimiento académico. Investigaciones lideradas por Peter Barrett, Ana Mombiedro y Sara San Gregorio proporcionan datos concretos sobre la influencia del entorno en el proceso de aprendizaje y la relación entre el tipo de juego y el ambiente. El estudio Clever Classrooms del proyecto HEAD de la Universidad de Salford evaluó 27 escuelas primarias en Inglaterra y encontró que el entorno del aula tiene un impacto significativo en el rendimiento académico. Se propusieron tres principios de diseño basados en factores de impacto: naturalidad, individualismo y estimulación, destacando la necesidad de modular estos parámetros según las características específicas de cada espacio educativo.
La investigación de San Gregorio y Mombiedro en el Media Lab Prado analizó cómo el entorno afecta el comportamiento infantil durante el juego. Se identificaron parámetros como la luz y la interacción que influyen en el desarrollo. Aunque hay un creciente interés por la neuroarquitectura, faltan estudios experimentales con tecnología adecuada para obtener resultados significativos. Además, se sugiere una revisión periódica de los resultados debido al rápido cambio social.
El artículo completo se puede consultar en el Núm. 47: Espacios y educación de la revista Tarbiya, a través de este enlace.
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