Materiales y su asociación con la salud: Arquitectura con tacto
Este artículo se publicó por primera vez en el Anuario de la AEIH 2020.
Los materiales utilizados en la arquitectura trasmiten infinitos estímulos, que procesados a través de nuestra memoria y nuestra mente, nos generan diferentes sensaciones que inciden directamente en nuestro estado físico y anímico.
En el sector sanitario, las asociaciones que nos provocan algunos materiales o soluciones constructivas pueden ser positivas, negativas o neutras. La tarea de la arquitectura hospitalaria es rescatar los materiales que aportan bienestar en función de las diversas necesidades de cada espacio, y descartar lo contrario.
La utilización habitual de determinados materiales tiene que ver con las normativas, así como con el uso cultural de determinadas soluciones.
El artículo propone revisar nuestra mirada acerca de los materiales usados en nuestros centros sanitarios, para ampliarla y romper determinadas creencias o hábitos, de cara a mejorar e incrementar el bienestar de todos los usuarios.
El espacio arquitectónico es espacio vivido, percibido.
Percibimos el espacio por la piel, por los cinco sentidos. Es más, nuestros sentidos se suman a las percepciones de la piel, como extensiones evolucionadas de la misma, aumentando la cantidad de información recibida y percibida, que se elaborará de una manera u otra dando como resultado, y a modo de resumen, sensación de bienestar, de peligro, etc.
Nuestra percepción del entorno es multifactorial, y se produce por diversos canales sensitivos, que tradicionalmente hemos resumido en los famosos cinco sentidos. La conjunción y yuxtaposición de todos los sentidos, envueltos en la posibilidad del movimiento, permite dejar de ser un mero espectador, para convertirnos en agentes activos en la vivencia del entorno y sus beneficios.
Todas las experiencias sensoriales son, al fin y al cabo, modos de tocar.
EL TACTO
El sentido del tacto posee mucha importancia en nuestra experiencia perceptiva del espacio y en nuestra comprensión del mundo. Es el sentido de la cercanía, de la intimidad y el afecto. De lo auténtico, porque el tacto no puede engañar a la mente, no sabe hacerlo.
“La vista necesita de la ayuda del tacto, que proporciona sensaciones de solidez, resistencia y protuberancia; separada del tacto, la vista no podría tener idea alguna de distancia, exterioridad o profundidad, ni, por consiguiente, del espacio o del cuerpo” (George Berkeley, filósofo y clérigo irlandés del siglo XVIII).
Es en la época moderna en la que se genera una jerarquía de sentidos, desde el más elevado y aclamado -la vista-, al más bajo, el tacto. ”En nuestra cultura tecnológica, se separa con más claridad aún los sentidos. Vista y oído son los socialmente privilegiados, mientras que se considera a los otros como restos sensoriales arcaicos con una función meramente privada y normalmente son suprimidos por el código de la cultura”. (Los ojos de la piel: La arquitectura y los sentidos. Juhani Pallasmaa)
Sin embargo, la realidad insiste en los demás sentidos son una prolongación especializada del sentido del tacto.
Además, existe una sutil transferencia entre las experiencias táctiles y las gustativas, e incluso con las acústicas, siendo que los sonidos son el tacto del oído.
Si nos apetece acariciar una pieza de cuero curtido es porque, más allá de la imagen visual, su olor nos atraviesa y nos conecta con su tacto al acariciarlo. Y no es lo mismo que un pavimento parezca madera a que lo sea. Usamos el tacto (y el oído, y el olfato…) como canal de comunicación para conocer la veracidad de los materiales que nos rodean, independientemente de sus características técnicas.
Nuestra percepción del espacio hospitalario también está atravesada por los cinco sentidos, que se anclan en nuestra memoria, generando diversos conjuntos de soluciones constructivas y de materiales una y otra vez, perpetuando nuestra experiencia sensorial cuando estamos en un hospital, aunque no hayamos estado nunca antes: es el llamado espacio institucionalizado, como otros espacios de residencias de mayores, cárceles, colegios, etc.
"Cada vez que voy a otro hospital en España, no importa cuál, todo me resulta familiar. Y cuanto más me adentro, más lo reconozco, como si ya hubiera estado allí alguna vez, aunque sea la primera vez que lo piso”. Médica psiquiatra, Hospital Puerta de Hierro de Madrid
Ese carácter hospitalario recoge elementos que se repiten una y otra vez, como los falsos techos desmontables de perfilería vista de 60x60, o las luces cuadradas en mitad de los pasillos, los brillos en los pavimentos, o incluso el color verde de salas y de vestimenta sanitaria, que tanto tenemos integrado que decimos “verde quirófano“ para definir un tono de color.
Dos espacios hospitalarios “tradicionales”, a pesar de tener más de 20 años de diferencia entre uno y otro
Esta institucionalización de los espacios basada en la experiencia y las costumbres culturales de años y años, dificulta la posibilidad de innovación, de cambio y de transformación en el diseño de entornos, al validar soluciones sin cuestionarlas. El famoso “siempre se ha hecho así”.
Pero el paradigma está cambiando: la percepción de bienestar ya no va asociada necesariamente a la percepción de higiene y asepsia, ni un entorno saludable está obligatoriamente vinculado a un ambiente heredero de los hospitales y balnearios de inicios del siglo XX.
Además, las asociaciones con las que nuestra mente nutre la experiencia perceptiva pueden ser, en el mundo hospitalario, muy poco agradecidas, ya que de manera inconsciente, para el usuario circunstancial puede generar conexiones que el usuario habitual pasa por alto, y que condicione su experiencia:
Una señalética poco pensada puede condicionar la percepción del usuario
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Comentarios
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El espacio arquitectónico tiene dos cualidades:contención y promoción. Uno se percibe como contenedor,amigable,seguro. El otro como promotor de actividades,praxias y movimiento. El espacio puede ser el principal aliado o el fuerte boicoteador!