La arquitectura no es el espacio que vemos, es el espacio que vivimos. La arquitectura debemos sentirla, experimentarla con todos los sentidos: el tacto el oído... también con las emociones.

La arquitectura es un contenedor de emociones, un lugar donde vivir nuestros miedos, alegrías, tristezas, afectos... es el lugar donde pasa la vida.

Y de eso va el proyecto, porque el lugar donde morimos es sólo el final del trayecto, un trayecto dinámico que debe ser digno mientras haya vida, y por lo tanto hay que garantizar que los últimos espacios que habitamos estén en un entorno amable, pensados para el confort de los pacientes y sus acompañantes, sea cual sea el momento evolutivo del proceso.

No se trata de hacer un Hospital ni una Casa, debe ser un entorno favorable para los pacientes y sus familias, con una identidad propia, donde se concilien el cuidado y el terapéutico y que configure un entorno que permita que las personas vivan el final de vida con dignidad.

La ubicación del centro es un factor determinante. Durante mucho tiempo se estableció que este tipo de centros debían estar en un entorno natural, alejado del núcleo urbano y permitiendo estar en un lugar de relajación y paz.

Sin embargo, a pesar de tener claros beneficios estar rodeado de naturaleza y espacios exteriores, hay un factor demasiado significativo: el aislamiento.

Podemos generar un espacio incluido dentro de la ciudad que tenga los beneficios de la naturaleza y espacios exteriores mediante patios y jardines que a su vez permita a los usuarios seguir en contacto con su vida diaria.

En un proceso final de vida no podemos perder de vista que la sensación de desconexión con el día a día de una persona, su actividad diaria y sus relaciones personales perjudica gravemente el estado emocional.

El nuevo edificio se basa en la integración social dentro de la comunidad, como un elemento más del núcleo urbano, del espacio de final de vida.

La ubicación del Hospital Sant Andreu en un entorno urbano que forma parte de la memoria de Manresa es una manera de garantizar la continuidad con la vida diaria y el mantenimiento de las relaciones sociales.

La nueva unidad resulta de reconvertir un edificio de viviendas (Hospital 14), del que se conserva la fachada actual y unos espacios sin uso del actual Hospital (ala Morenetes).

La reutilización de edificios existentes es una estrategia para mantener intactas las historias y los recuerdos de la comunidad, literalmente construyendo sobre historias ya existentes, añadiendo nuevos capítulos y convirtiéndose en parte del futuro de la ciudad.

El nuevo edificio tiene una superficie construida de 1400m2, repartidos en 5 plantas. el acceso principal se realiza desde el antiguo edificio de viviendas en la calle Hospital 14, desvinculado del acceso principal al Hospital para tener identidad propia.

En la planta baja, en el vestíbulo hay espacios comunes y dos salas polivalentes que se plantean abiertas a usos comunitarios, como estrategia de integración del centro en el barrio, en un edificio abierto y permeable.

En planta primera y segunda se ubican los espacios para usuarios, habitaciones y espacios comunes, mientras que en la planta tercera están los espacios de los profesionales y en la planta cuarta espacios de docencia e investigación en la atención a los cuidados paliativos.