Los secretos de los contratos de mantenimiento electromédico
Fecha: Marzo 2018
Idioma: Castellano
Procedencia: Asociación Española de Ingeniería Hospitalaria
Web: ver aquí
Autor: José Ramón Ledesma Aguilar, Subdirector de Procesos Industriales / Hospital U. Virgen Macarena; José Domingo Sanmartín Sierra, Técnico del Servicio de Electromedicina / Hospital U. Virgen del Rocío; Mª Rosalina Partido Bozada, Gestora de Calidad de la Oficina Técnica / Hospital U. Virgen Macarena; Juan Galiano González, Técnico del Servicio de Electromedicina / Hospital U. Virgen Macarena
La primera de las dicotomías es, en sí misma, el propio título: Mantenimiento Electromédico. La regla, no escrita, consiste en utilizar la palabra ‘Electromédico’, cuando en realidad estamos incluyendo en el mismo, no solo equipamiento electromédico sino también productos sanitarios activos no implantables. Así como también a equipos para el diagnóstico in vitro, e incluso a otros fabricados bajo normativa industrial o de consumo, y que se utilizan en el entorno sanitario.
Multitud de contratos de electromedicina pretenden que una información exigua sobre el equipamiento a mantener y los términos en que dicho trabajo debe realizarse, es suficiente para alcanzar niveles de disponibilidad de equipamiento y seguridad de pacientes. Y es aquí donde se da la primera paradoja, ya que es contrario a la lógica que alguien pueda conocer el riesgo de un trabajo si no tiene toda la información. Siendo necesario al menos para el equipamiento su identificador unívoco, su descripción, marca, modelo, números de serie y fecha de puesta en marcha.
Se dan circunstancias en los contratos que, bajo el marco jurídico de las administraciones públicas, no se deberían producir, ya que existen herramientas para corregirlas. Nos referimos a cuestiones tales como la falta de transparencia de las partes, respecto a cuestiones que no quedaron suficientemente claras en el contrato firmado y que pueden llevar a desviaciones críticas. Y aún peor, que se hagan interpretaciones erróneas en la fase de licitación, y cada licitador dé un valor diferente a las que parecen las mismas cuestiones. Lo que llevaría a no garantizar la competitividad, ya que todos no parten de los mismos planteamientos. Un símil matemático aplicable sería: si buscamos soluciones, hay que describir ecuaciones que se resuelvan de forma lineal y con un único resultado.
Esto llevaría al beneficio de todas las partes. En caso contrario, se entra en ecuaciones con varias soluciones posibles, en función de las variables de cada compañía.
La dicotomía que se produce frecuentemente en estos contratos es que los requisitos no sólo son cuestiones de índole técnica, sino que también significan dinero, y así deben ser considerados en las estimaciones previas a los contratos, pues de no hacerlo podría romper el equilibrio económico financiero del mismo.
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