Las organizaciones sanitarias son complejas, cambiantes e intensivas en conocimiento. Para coordinarse con otras organizaciones, mejorar sus resultados y para ser sostenibles es preciso poner en práctica modelos innovadores que faciliten la implicación de los profesionales. Los modelos organizativos que transfieren capacidades de gestión a los profesionales propician la mejora y la innovación.

En este contexto, la fórmula cooperativa se presenta como una opción muy interesante, por la ausencia de ánimo de lucro, preocupación por la comunidad, capacidad para autorregular recursos, y por la reinversión de beneficios en el desarrollo de la propia entidad.

El fundamento, la estructura y las ideas del cooperativismo son adecuados para aplicarlas en entornos sanitarios, mejorando la implicación y satisfacción de los profesionales, y la eficiencia global del sistema, contribuyendo a su sostenibilidad. 

Al hablar de cooperativas, posiblemente pensemos de forma automática en el sector agropecuario, en el que tradicionalmente es habitual esta fórmula para gestionar más eficientemente recursos y servicios. Quizás también en el ámbito del consumo minorista, donde es un modelo bastante frecuente, sobre todo en el norte de Europa. 

No es tan inmediato asociar el modelo de empresa cooperativa al sector de la salud. Sin embargo, según las Naciones Unidas, alrededor de 100 millones de personas en todo el mundo reciben servicios de salud de cooperativas.

Desde el punto de vista económico, el estudio “World Health Cooperative Monitor” que publica la Alianza Cooperativa Internacional y EURICSE, correspondiente al año 2022, refiere que del sector salud, hay 3 cooperativas en el Top 300 de las más grandes cooperativas del mundo por volumen de facturación y 9 en el Top 300 de las cooperativas por volumen de facturación sobre el PIB per cápita.
 

World Cooperative Monitor. Exploring the cooperative economy. Report 2022

La Alianza Cooperativa Internacional define la empresa cooperativa como «una asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes a través de una empresa controlada democráticamente.»

Se trata de una fórmula empresarial que permite a las personas tomar el control de su futuro económico, favoreciendo que los beneficios económicos y sociales de su actividad no se deslocalicen, sino que se reinviertan en ampliar el potencial de la compañía y la prosperidad de la comunidad.