Humedad del aire saludable. La importancia de la humidificación del aire en entornos de hospitales y ambulatorios

Condair | OCTUBRE 2021
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La necesidad de la humidificación en hospitales

Las personas son ingresadas en los hospitales cuando sufren un trastorno de salud grave. Por consiguiente, es esencial que los pacientes se encuentren en un entorno que sea óptimo para mejorar su recuperación.

Para cualquier emergencia, tratamiento médico, operación, cuidado intensivo o medidas de rehabilitación, las condiciones ambientales de un hospital tienen que fomentar la curación. Las condiciones del interior no deberán ser un obstáculo para una recuperación total ni deberán provocar que los otros pacientes contraigan una nueva infección. La calidad del aire ambiente contribuye significativamente a la mejora del paciente.

 

Aire saludable e higiénico

En el exterior el riesgo de infección a través del contacto con patógenos víricos o bacterianos es extremadamente bajo, ya que los microbios se diluyen rápidamente en la gran cantidad de aire. ¡Pero no ocurre así en espacios cerrados!

En el interior, nos enfrentamos a un volumen limitado de suministro de aire que compartimos entre todos para nuestras necesidades de respiración. En hospitales existe en numerosas áreas un mayor riesgo de lo que se conoce como infección nosocomial, es decir, una enfermedad adquirida en un hospital. A estas infecciones se les llama comúnmente IH o "infecciones hospitalarias". Para mantener bajo el riesgo de infección, hay que tratar el aire ambiental.

Hay que acondicionarlo de tal manera que, en términos prácticos, los patógenos no tengan posibilidad de sobrevivir. Para lograr unas condiciones de interior óptimas se requiere la implementación de la temperatura deseada y un nivel de humedad relativa de entre el 40 y el 60 %. Por consiguiente, el aire externo que se aspira se deberá humidificar o deshumidificar en un sistema de acondicionamiento de aire centralizado sea cual sea la época del año. Se deberá prestar especial atención al aire ambiental seco, ya que este favorece la supervivencia de virus y bacterias y debilita nuestro sistema inmunológico, ataca las membranas mucosas y nos deja con la piel y los ojos secos.

¿Qué es crucial para lograr unas condiciones ambientales óptimas, en qué hay que pensar y de qué soluciones disponemos?

Este folleto proporciona información sobre estos temas y sobre la humedad del aire saludable y su significado en hospitales y centros médicos.

 

Higiene

El objetivo de la higiene es mantener o mejorar la capacidad operativa y el bienestar de las personas y de la sociedad. Un foco de atención fundamental es la prevención de enfermedades infecciosas. En este sentido, la higiene está presentando continuamente nuevos desafíos debido a que las bacterias son cada vez más resistentes.

La higiene hospitalaria se ocupa de la investigación y prevención y defensa contra las enfermedades infecciosas que se adquieren en hospitales, clínicas y centros similares. Por consiguiente, sirve para la protección tanto del personal como de los pacientes y, por consiguiente, se solapa con la salud y seguridad laboral.

Por tanto, la prevención de infecciones nosocomiales en hospitales es un punto de atención esencial de la higiene hospitalaria.

En los quirófanos y salas blancas en particular, estaciones de aislamiento, cuidados intensivos y salas de parto es vital un suministro de aire ambiental higiénicamente perfecto.

Eso es así porque cuando se debilitan las defensas del cuerpo, el sistema inmunológico es especialmente susceptible a los agentes que causan enfermedades. El paciente entra en contacto directo con el aire ambiental a través de la piel y la respiración esencial. Por consiguiente, su higiene es fundamental para mantener, fomentar y fortalecer la salud de un paciente.

Así pues, se deberá proporcionar en todo momento un suministro de aire mecánico por medio de un sistema de climatización de aire, es decir, el aire externo se deberá calentar, enfriar, filtrar y humidificar o deshumidificar y el suministro de aire se deberá vigilar en todo momento antes de que entre en la sala.

 

Peligro de gérmenes a través de aerosoles

Los aerosoles de agua, como gotitas de niebla o vapor, son partículas minúsculas que son capaces de flotar y su tamaño determina cuántos microorganismos puede llevar. Se introducen en el cuerpo a través de las vías respiratorias; en este sentido, conocemos la interrelación del tamaño y la profundidad de penetración en el organismo.

Inhalable (0,5 — 18,5 μm)
Área de nariz y garganta 10 — 5 μm
Tráquea 5 – 3 μ

Aerosoles torácicos que penetran por la laringe directamente en los bronquios
Bronquios 3 – 2 μm
Bronquiolos 2 – 1 μm

Aerosoles de los conductos alveolares que pueden penetrar en los alvéolos pulmonares
Alvéolos 1 – 0,1 μm

Cuando se tose y estornuda, se pueden inyectar literalmente agentes que causan enfermedades, como virus de la gripe, en una sala a través de ese tipo de gotitas por la saliva o los mocos a velocidades de hasta 20 m/s y se transfieren a otras personas por inhalación. La humedad del aire ambiental juega un papel decisivo en la capacidad de supervivencia y el comportamiento higroscópico de las partículas más minúsculas de aerosoles de estos patógenos. Pero, ¿cuál es la razón exacta de  esto?

A los gérmenes les encanta el aire seco

El aire ambiente seco con una proporción de humedad relativa inferior al 20 % permite que se sequen las gotitas diminutas que están cargadas de virus de la gripe o resfriado. Entonces se reducen a tamaños de hasta 0,5 μm.

Al mismo tiempo, aumenta tanto su concentración de sal que se forma una corteza real alrededor de ellas en el entorno seco. Por consiguiente, se maximiza la capacidad de los gérmenes para sobrevivir en el interior y la capacidad de las gotitas para flotar. Pueden sobrevivir hasta 41 horas. Por tanto, si cualquier persona que tenga un resfriado tose en una sala que está demasiado seca, esto genera una atmósfera contaminada que puede durar casi 2 días.

El resultado es una elevada probabilidad de que otras personas presentes o personas que entren en la sala inhalen esas partículas. En ese caso, el que se infecten o no dependerá únicamente de las propias defensas de su cuerpo y del funcionamiento de su sistema inmunológico.

El aire húmedo mata a los virus

Una humedad relativa constante del aire entre 40 % y 60 % impide que las gotitas se sequen y formen una corteza de sal. Por tanto, se privará a los virus y gérmenes de la base de su supervivencia: en unos pocos minutos se volverán inactivos en una solución salina altamente concentrada.

Además, las gotitas con diámetros de hasta 100 μm se mantendrán de un tamaño relativamente grande, por lo que se limitará enormemente su capacidad de flotar. Caerán lentamente al suelo y entonces ya no se podrán inhalar. El tamaño también impide que penetren en nuestro organismo.

 

¡Podría haber un asesino en serie en los hospitales!

La bibliografía científica y las experiencias de los pacientes están poniendo de manifiesto que pese a las prácticas actuales de control de infecciones, al menos 5 de cada 100 pacientes ingresados contraerán una infección nueva u hospitalaria (IH).

Estas IH graves y en general evitables que amenazan la curación del paciente e incluso su propia supervivencia, matan en todo el mundo a más personas que el SIDA, el cáncer de pecho y los accidentes de tráfico juntos.

¡Es una situación espantosa! El cirujano e impulsor de la seguridad del paciente, Dr. Atul Gawande, describe a las víctimas de IH como “las 100.000 vidas más fáciles que podemos salvar” porque no se requiere ninguna cura. Los hospitales necesitan sistemas que les ayuden a resolver este problema costoso y evitable.

Ahora que los líderes sanitarios luchan por equilibrar los presupuestos hospitalarios y los pacientes se tambalean bajo el peso de las IH, tenemos que preguntarnos si nos faltan estrategias de gestión de centros que sirvieran para aliviar estas dos crisis sanitarias. Una mejor comprensión de cómo influyen las condiciones de interior en la infectividad de los microbios y la capacidad de los pacientes para combatir las infecciones ayudará a identificar las mejores prácticas para reducir las IH.

Los pacientes hospitalizados se exponen a microbios infecciosos de IH de dos fuentes principales: las personas y los depósitos del edificios. Una amplia variedad de patógenos que introducen en el hospital pacientes enfermos, visitantes y personal se expulsan en el edificio a través de actividades comunes como hablar, toser, vomitar, caída de la piel y tirar de la cadena. Un solo estornudo inyecta unos 40.000 aerosoles infecciosos en el aire de la habitación, por lo que la carga microbiana del interior puede ser enorme. Los pacientes vulnerables están expuestos a microbios virulentos que han sobrevivido grandes presiones de selección de medicinas antimicrobianas,
desinfectantes de limpieza y climas de edificios interiores. Estos microbios infecciosos, a menudo resistentes a los antibióticos y otras medicinas antimicrobianas, se reproducen y propagan rápidamente por el edificio a través de modos de transmisión que están muy adaptados al entorno de interior, poblando el hospital de comunidades microbianas de patógenos.

Por tanto, no es sorprendente que los hospitales se hayan convertido sin querer en depósitos y vectores de patógenos de H ubicuos. Los protocolos actuales de control  de infecciones en hospitales se centran principalmente en la higiene de las manos, instrumentos y superficies, así como en higiene de la tos y las mascarillas faciales. Si bien estas estrategias tienen como objetivo interrumpir la transmisión a través del contacto y la suspensión de gotas grandes a corta distancia, no inmovilizan las gotitas diminutas aerosolizadas que pueden propagar microorganismos infecciosos a lo largo de importantes distancias y durante amplios periodos por el aire.

Aunque sigue sin haber acuerdo en la magnitud de la transmisión de gotitas por el aire, los epidemiólogos sí que coinciden en que pese a las sólidas intervenciones de higiene de superficie para controlar los IH, el número de casos registrados ha aumentado en un 36 % en los últimos años y continúa creciendo todos los años.

Hasta hace poco, la monitorización medioambiental para controlar las infecciones se ha basado en pruebas de cultivo de células que solo detectan microbios que parecen estar vivos en el momento de recogida. ¡Eso es hacer trampa!

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