Creo que todos (o casi todos) estaremos de acuerdo en que la sostenibilidad ya no es una tendencia ni una opción, se ha convertido en una obligación y un compromiso que todos hemos de adquirir para la preservación de nuestro planeta. Sin duda, los próximos años son clave para tomar las decisiones adecuadas.

Una de estas decisiones es reducir al máximo el uso de combustibles fósiles en nuestros vehículos de transporte, tanto públicos como privados. Se barajan diferentes tecnologías, pero, sin duda, una de las principales es el vehículo eléctrico. Así lo confirman datos como el incremento en un 26% de las matriculaciones de vehículos eléctricos en Europa en los 9 primeros meses de 2022 con respecto al mismo período de 2021 (Fuente: ACEA).

Además, la Unión Europea está implementando diferentes medidas para alcanzar la descarbonización del sector del transporte. Una de ellas es la prohibición de vender furgonetas y turismos de combustión a partir del año 2035. De hecho, la mayoría de los fabricantes de automóviles ya han planificado el fin de fabricación de vehículos de combustión.

Pero todas estas medidas han de ir acompañadas por la instalación de las infraestructuras necesarias para poder recargar dichos vehículos, tanto en los hogares, como en aquellos edificios que cuentan con afluencia masiva de personas. Entre estos últimos, tenemos edificios de oficinas, centros comerciales, hoteles y, por supuesto, los hospitales. Y no sólo por los pacientes y familiares que acuden a los hospitales, sino también, por la electrificación de las flotas de vehículos de los propios centros.

Además, hay que tener en cuenta que, desde el pasado 1 de enero de 2023, entró en vigor el Real Decreto-Ley 21/2021 que insta a que todos los edificios de uso no residencial que cuenten con un parking de más de 20 plazas dispongan de, al menos, un punto de recarga para vehículos eléctricos. Dicho Real Decreto-Ley indica también que deberá haber, como mínimo, un punto de recarga por cada 40 plazas de parking. Evidentemente, los hospitales, en cuyas instalaciones suele haber grandes parkings, están impactados por esta nueva normativa.

Por otro lado, con el fin de facilitar el cumplimiento de este Real Decreto-Ley y en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y financiado por Unión Europea-Next Generation EU, se ha dispuesto por parte del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) el plan de ayudas y financiación MOVES III, que ayuda tanto a la compra del vehículo eléctrico como a la instalación de los puntos de recarga.

Pero la implementación de puntos de recarga no puede verse únicamente como la instalación de cargadores, es necesario hacer un análisis global de las infraestructuras y gestión energética de todo el complejo hospitalario. Es cierto que, hasta ahora, la demanda de recarga de vehículos eléctricos ha sido baja, con lo cual el impacto que tiene en la infraestructura eléctrica del hospital es mínimo, pero, como apuntaba al principio, esta demanda se está incrementando y se va a incrementar de forma muy importante en los próximos años, llegando al punto de tener que verificar la capacidad actual de las instalaciones del hospital para dar servicio a la recarga simultánea de una gran cantidad de vehículos. Aquí entra un concepto clave, la digitalización.