La OMS informa sobre las respuestas a ciberataques en el sector salud
Los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan la creciente importancia y los desafíos asociados con la digitalización en el ámbito de la salud, especialmente en lo que respecta a la seguridad cibernética y la proliferación de la desinformación durante emergencias de salud pública.
En un esfuerzo por abordar estos problemas de manera integral, la OMS ha colaborado con varias agencias internacionales, incluyendo INTERPOL, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), la Oficina de Contraterrorismo de las Naciones Unidas, el Centro Internacional de Computación de las Naciones Unidas (UNICC), el Instituto Interregional de Investigación en Delitos y Justicia de las Naciones Unidas y el Instituto de Paz Cibernética.
Los informes, publicados el 26 de enero de 2024, se centran en identificar soluciones operativas para fortalecer la seguridad de la salud en un entorno digitalizado. El primero de estos informes examina la amenaza de los ciberataques contra la atención médica durante la pandemia de COVID-19. Destaca cómo la infraestructura de tecnología de la información (TI) en el sector de la salud fue cada vez más blanco de ciberataques durante la pandemia, lo que afectó negativamente la capacidad de los hospitales para brindar atención oportuna. Además, señala que estos ataques provocaron que las instalaciones de atención médica pagaran rescates significativos para restaurar sistemas de TI y recuperar datos robados, lo que subraya la necesidad de una mayor conciencia y preparación para combatir este tipo de amenazas. Expertos como Glen Prichard, Jefe de la Sección de Ciberdelitos y Antilavado de Dinero de la UNODC, enfatizan la vulnerabilidad de la seguridad del paciente frente a los ciberataques y la urgencia de fortalecer las defensas cibernéticas en el sector de la salud.
El segundo informe se centra en comprender la desinformación en el contexto de emergencias de salud pública, específicamente en el caso de la COVID-19. Distingue entre desinformación, creada con intenciones maliciosas para sembrar discordia y desconfianza, y la información errónea. Destaca cómo la desinformación puede socavar los esfuerzos de salud pública al crear confusión y desconfianza en las autoridades sanitarias y en las medidas recomendadas para combatir la enfermedad. Además, propone una serie de tácticas para contrarrestar la desinformación, como promover la alfabetización digital, de salud y científica, y trabajar con diversas partes interesadas, incluidos proveedores de redes sociales, agencias de aplicación de la ley y organizaciones no gubernamentales.
Ambos informes resaltan la necesidad de aumentar la madurez cibernética y promover la colaboración entre diversos actores para abordar los riesgos de seguridad emergentes en el ámbito de la salud. Además, subrayan la importancia de construir alianzas multisectoriales que puedan aprovechar los beneficios de la digitalización mientras se protegen contra las amenazas cibernéticas y la desinformación. En última instancia, hacen un llamado a la acción para fortalecer las defensas cibernéticas y promover una información precisa y confiable durante emergencias de salud pública.
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