La obligada descentralización de la docencia de la Medicina
El acuerdo alcanzado en 2010 por la Xunta y las tres universidades gallegas para descentralizar la docencia de Medicina el próximo curso está de nuevo en cuestión. Lo adoptaron en una comisión creada ex profeso que contemplaba la opción de impartir, además de práctica, teoría en los hospitales de Vigo y A Coruña. El acuerdo, que pasaba por perfeccionar el modelo de estudios usando el enorme potencial de la red hospitalaria del Sergas en toda Galicia, acaba de ser frenada unilateralmente por la Universidad de Santiago. El rector compostelano, Juan Casares, esgrime que a su universidad compete decidir el reparto de la docencia y alega ahora argumentos económicos para justificar el rechazo a un proyecto que desde Santiago nunca fue visto con buenos ojos al vincularlo con la demanda histórica de Vigo y A Coruña de poder contar en un futuro con centros propios.
La Facultad de Medicina de Compostela es la única de Galicia. Ante el aumento de la demanda de esta carrera y la saturación de Santiago, especialmente en lo que a la enseñanza práctica se refiere, las consellerías de Educación y de Sanidade y las tres universidades abrieron hace ya tiempo la opción de descentralizarla para aprovechar las infraestructuras hospitalarias de las demás ciudades gallegas.
Parte del alumnado realiza ya prácticas en los complejos hospitalarios de Vigo y A Coruña, además de en el CHUS de Santiago, que sigue siendo el que mayor número de estudiantes agrupa. Tocaba ahora que en esos otros hospitales pudiera impartirse, además, docencia teórica.
El acuerdo ratificado en aquella comisión mixta determinaba que los médicos docentes de los hospitales de A Coruña y de Vigo dependerían a escala educativa de la Universidad de Santiago, pero a nivel administrativo de las universidades de cada ciudad en la que se asientan.
Es lo que ahora vuelve a estar de nuevo en cuestión. La postura del rector de Santiago, insistiendo en reclamar la potestad para decidir sobre la descentralización, abre una brecha en lo pactado en el seno de aquella comisión. No es la primera vez que se frena el proyecto. Todo parecía listo para abrir este mismo curso las aulas piloto de teoría en Vigo y A Coruña, cuando, sorprendentemente, la citada comisión pospuso su implantación al próximo curso académico 2011/12. (Artículo de opinión, editorial El Faro de Vigo)Santiago no está dispuesta a ceder la parte teórica. Ahora se basa en motivos económicos y argumenta que supondría duplicar profesorado para poder impartir toda la teórica, con un gasto que prejuzga excesivo y al que ve imposible hacerle frente. Su rector se cierra en banda y no quiere traspasar docencia clínica, pese al pacto ratificado en comisión.
Como estrategia dentro de esa campaña, el decano de la facultad, Juan Gestal, propuso incluso rebajar la inscripción a 250, sencillamente porque de esa manera Santiago no necesitaría desviar estudiantes a otros campus. La estratagema resulta pueril. Galicia, y España, necesitan más médicos. Exponer tal propuesta en una asamblea de estudiantes para exhibir luego el respaldo conseguido como arma de presión se aleja de lo que deben ser las buenas prácticas de planificación y gobernanza de una facultad relevante dentro de una institución tan prestigiosa y valorada como la Universidad de Santiago.
En realidad, la práctica diaria ha clarificado ya cómo y dónde debe impartirse la docencia a los alumnos de Medicina. Basta observar la facultad compostelana para constatar que el número de estudiantes que circulan por sus pasillos es sustancialmente menor que hace años. Por la sencilla razón de que los futuros médicos están recibiendo ya gran parte de su enseñanza en los hospitales universitarios, cerca del enfermo y del material clínico que serán compañeros inseparables en su vida profesional.
Ese cambio formativo hace obsoleta la polémica acerca de un recinto específico, que sólo sería ya para las asignaturas teóricas, y no todas, y traslada la reflexión a la necesidad de dotar a los hospitales universitarios, en Vigo, A Coruña, Santiago y otras ciudades gallegas, de todos los recursos técnicos, materiales y personales para conseguir que su otra tarea, la de la docencia, se lleve a cabo de una manera eficaz y ejemplarizante.
La Facultad de Medicina de Compostela es la única de Galicia. Ante el aumento de la demanda de esta carrera y la saturación de Santiago, especialmente en lo que a la enseñanza práctica se refiere, las consellerías de Educación y de Sanidade y las tres universidades abrieron hace ya tiempo la opción de descentralizarla para aprovechar las infraestructuras hospitalarias de las demás ciudades gallegas.
Parte del alumnado realiza ya prácticas en los complejos hospitalarios de Vigo y A Coruña, además de en el CHUS de Santiago, que sigue siendo el que mayor número de estudiantes agrupa. Tocaba ahora que en esos otros hospitales pudiera impartirse, además, docencia teórica.
El acuerdo ratificado en aquella comisión mixta determinaba que los médicos docentes de los hospitales de A Coruña y de Vigo dependerían a escala educativa de la Universidad de Santiago, pero a nivel administrativo de las universidades de cada ciudad en la que se asientan.
Es lo que ahora vuelve a estar de nuevo en cuestión. La postura del rector de Santiago, insistiendo en reclamar la potestad para decidir sobre la descentralización, abre una brecha en lo pactado en el seno de aquella comisión. No es la primera vez que se frena el proyecto. Todo parecía listo para abrir este mismo curso las aulas piloto de teoría en Vigo y A Coruña, cuando, sorprendentemente, la citada comisión pospuso su implantación al próximo curso académico 2011/12. (Artículo de opinión, editorial El Faro de Vigo)Santiago no está dispuesta a ceder la parte teórica. Ahora se basa en motivos económicos y argumenta que supondría duplicar profesorado para poder impartir toda la teórica, con un gasto que prejuzga excesivo y al que ve imposible hacerle frente. Su rector se cierra en banda y no quiere traspasar docencia clínica, pese al pacto ratificado en comisión.
Como estrategia dentro de esa campaña, el decano de la facultad, Juan Gestal, propuso incluso rebajar la inscripción a 250, sencillamente porque de esa manera Santiago no necesitaría desviar estudiantes a otros campus. La estratagema resulta pueril. Galicia, y España, necesitan más médicos. Exponer tal propuesta en una asamblea de estudiantes para exhibir luego el respaldo conseguido como arma de presión se aleja de lo que deben ser las buenas prácticas de planificación y gobernanza de una facultad relevante dentro de una institución tan prestigiosa y valorada como la Universidad de Santiago.
En realidad, la práctica diaria ha clarificado ya cómo y dónde debe impartirse la docencia a los alumnos de Medicina. Basta observar la facultad compostelana para constatar que el número de estudiantes que circulan por sus pasillos es sustancialmente menor que hace años. Por la sencilla razón de que los futuros médicos están recibiendo ya gran parte de su enseñanza en los hospitales universitarios, cerca del enfermo y del material clínico que serán compañeros inseparables en su vida profesional.
Ese cambio formativo hace obsoleta la polémica acerca de un recinto específico, que sólo sería ya para las asignaturas teóricas, y no todas, y traslada la reflexión a la necesidad de dotar a los hospitales universitarios, en Vigo, A Coruña, Santiago y otras ciudades gallegas, de todos los recursos técnicos, materiales y personales para conseguir que su otra tarea, la de la docencia, se lleve a cabo de una manera eficaz y ejemplarizante.
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