Los avances en la tecnología de la automatización han dado lugar a la inteligencia ambiental: espacios físicos que son sensibles y responden a la presencia de los seres humanos.

En este documento analiza cómo esta tecnología podría mejorar nuestra comprensión de los espacios metafóricamente oscuros y no observables en la atención sanitaria. En los espacios hospitalarios, las primeras aplicaciones podrían permitir flujos de trabajos clínicos más eficientes y mejorar la seguridad de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos y los quirófanos. En los espacios domésticos, la inteligencia ambiental podría prolongar la independencia de las personas mayores y mejorar la gestión de las personas con una enfermedad crónica. Al igual que ocurre con otras tecnologías, la transformación en aplicaciones clínicas debe superar retos como la validación clínica rigurosa, la privacidad de los datos adecuada y la transparencia del modelo. Un uso meditado de esta tecnología nos permitiría comprender la compleja interacción entre el entorno físico y los comportamientos humanos críticos para la salud.

Impulsados por las innovaciones en el Big Data y la inteligencia artificial, los sistemas de apoyo a la toma de decisiones están empezando a ayudar a los médicos a corregir decisiones de diagnóstico y tratamiento que no son óptimas.

A pesar de las numerosas iniciativas de mejora, como las listas de comprobación de la seguridad quirúrgica, por parte de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y organizaciones privadas, hasta 400.000 personas mueren cada año en Estados Unidos debido a fallos y defectos en la toma de decisiones clínicas y en las actuaciones físicas. En otros países se producen sufrimientos evitables similares. Para evitar que las capacidades cognitivas de los médicos se vean desbordadas, los avances en inteligencia artificial prometen ayudar a los médicos, no sólo en las decisiones clínicas, sino también en los pasos físicos de las mismas.

Los avances en la automatización y los sensores de bajo coste pueden complementar los actuales sistemas de apoyo a la toma de decisiones clínicas al proporcionar una comprensión asistida por ordenador las actividades físicas de la asistencia sanitaria. Los sensores pasivos y sin contacto integrados en el entorno pueden formar una inteligencia ambiental que conozca los movimientos de las personas y se adapte a sus necesidades sanitarias continuas. Al igual que los modernos sistemas de asistencia al conductor, esta forma de inteligencia ambiental puede ayudar a los médicos y a los cuidadores a domicilio a perfeccionar los movimientos físicos que componen los últimos pasos de la asistencia sanitaria moderna. 

Este documento explora cómo los sensores ambientales sin contacto, pueden iluminar los entornos críticos para la salud. Con varios casos ilustrativos de uso clínico, revisamos la investigación algorítmica reciente y los estudios de validación clínica, citando los principales resultados de los pacientes y los desafíos técnicos. El documento concluye con un debate sobre consideraciones sociales y éticas más amplias, como la privacidad, la equidad, la transparencia y la ética.