Neuroarquitectura, una perspectiva para empatizar con la experiencia y el confort del paciente

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A menudo comento con mis colegas de profesión cómo parece que la humanidad ha necesitado una pandemia mundial para tomar conciencia global de la repercusión que el espacio tiene sobre nosotros. Nos hemos dado cuenta de que somos organismos vivos, en interrelación constante con nuestro entorno. Los sucesos que dan sentido a nuestra vida, no sólo dentro de un hospital sino en todos los espacios que habitamos, ocurren en íntima relación con el entorno. Más concretamente, con sus sonidos, sus olores, los recuerdos que nos evocan sus formas, colores y texturas. Y aunque esta idea pueda sonar a obviedad, arquitectos y diseñadores no disponíamos de herramientas que nos permitieran centrar el diseño en la experiencia sensorial del usuario, hasta ahora.

 

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Imagen: Orchid, Esopo Hospital por K2S. Las habitaciones del Hospital diseñado por el estudio finés son todas individuales, la atmósfera puede ser controlada mediante una pantalla táctil. Las estaciones tienen una fuerte presencia en los interiores, esto ayuda a que los pacientes estén conectados con lo que sucede en el exterior del edificio.

 

El ámbito de investigación en el que trabajo, comúnmente llamado Neuroarquitectura, tiene como objetivo extrapolar conocimientos del ámbito de las Neurociencias (cognición, psicología y percepción) al ámbito del proyecto construido. Junto a la ya mencionada sensibilización ante los impactos del entorno construido en el cuerpo, ha estallado también el uso del término Neuroarquitectura. A diario hay publicaciones en diferentes medios que buscan definir esta palabra, como si se tratara de una nueva disciplina. Nada más lejos de la realidad. La obsesión por categorizar y taxonomizar es algo esencialmente humano, parece que si un término no se define con exactitud no es comprensible. Por eso en mis escritos y conferencias siempre cuento que la Neuroarquitectura es Arquitectura hecha con cariño y amor hacia el habitante. Algo que no siempre se ha practicado. A menudo la praxis de la profesión, por motivos que en este texto no vienen a cuenta, se ha realizado de manera sistemática sin tener en cuenta la complejidad de la relación que las personas tenemos con el espacio.

En el presente artículo, analizaremos cómo podemos aplicar hipótesis de investigación en Neurociencias al proyecto hospitalario y ahondaremos en esta perspectiva de la profesión en la que entendemos que el confort del paciente no es únicamente un tema ergonómico sino que abarca tres realidades: la física, la psíquica y la emocional.

 

1.- ¿Qué es la Neuroarquitectura y cómo podemos aplicarla en el proyecto hospitalario?

Personalmente entiendo que podemos definir la Neuroarquitectura como un área de conocimiento que estudia las reacciones neurofisiológicas que existen entre el cuerpo humano y los estímulos sensoriales derivados de la configuración espacial en entornos naturales y artificiales. Como tal, es la primera disciplina que nos proporciona resultados objetivos y subjetivos aspirando a determinar qué procesos neuronales producen nuestras reacciones conscientes e inconscientes cuando interactuamos con el entorno”.1

Reduciendo tecnicismos y aterrizando el lenguaje formal de la investigación al lenguaje práctico del día a día, podríamos decir que un proyecto de Neuroarquitectura es aquel que se concibe teniendo en cuenta la variedad multisensorial del espacio. Más llanamente, proyectos que logran aportar bienestar físico, psíquico y emocional a sus habitantes.

Si lo que queremos es tener una perspectiva “neuro” del proyecto construido, no hace falta empezar todo de cero, ni tener tecnología punta, o llevar años investigando el tema. Necesitamos:

1- Conocer cómo son las situaciones sensoriales que experimentarán personas neurotípicas y personas neurodivergentes, de distintas edades y condiciones.

2- Tener un código gráfico, propio o heredado, que nos permita hacer visibles los estímulos intangibles del entorno que estas personas (tanto pacientes como trabajadores y trabajadoras) percibirán.

En otras palabras, algo que podríamos llamar “ejercer la Neuroarquitectura” nos permitirá hacer visibles situaciones fenomenológicas, y dirigirlas para que sea saludables, teniendo en cuenta la sensación del espacio desde que un paciente, acompañante o trabajador accede al edificio hasta que lo abandona. 2

 

2.- ¿Qué investigaciones de referencia nos ayudan a extrapolar las bases de la Neurociencia a la Arquitectura?

En 1984 el sociobiólogo Edward O. Wilson publicó Biophilia, el primer texto que explicaba de manera detallada la necesidad innata que los seres humanos tenemos de estar en contacto con la naturaleza. En ese mismo año, Roger Ulrich, de la Universidad Tecnológica de Chalmers, en Suecia, publicó el archiconocido artículo View Through a Window May Influence Recovery from Surgery 3, un texto de investigación en el que explica cómo pacientes que habían pasado por una operación de vesícula biliar se recuperaban más rápidamente y necesitaban menos analgésico si desde la cama veían árboles en lugar de una pared de ladrillo. Si bien estos dos trabajos marcaron un antes y un después en la psicología ambiental, a día de hoy existen numerosas investigaciones, publicadas en revistas adecuadamente indexadas, que nos facilitan pruebas evidentes de la relación que existe entre el bienestar y el entorno construido. Por ejemplo; la investigación sobre el impacto del color en la actividad neuronal 4, el estudio sobre la relación entre el estrés y la ansiedad con la exposición a entornos naturales 5 o la famosa charla de Eve Edelstein sobre cómo salvar vidas cuidando de la acústica del quirófano. 6

Ahora bien, existe una gran dificultad en lo que se conoce como el diseño basado en evidencias y es que, las evidencias científicas son válidas para el caso de estudio concreto de la investigación. Esto quiere decir que es difícilmente extrapolable porque no podemos asegurar al 100% que se repitan las condiciones del estudio que prueba la evidencia exactamente igual. De hecho, la práctica nos dice que las situaciones de laboratorio no se dan en la vida real, porque las primeras suceden en un entorno controlado.

Puesto que en el presente artículo lo que nos interesa es poder aplicarlo para trabajar en pro del confort del paciente y el trabajador, no podemos hacer uso de los resultados de estas investigaciones. Sí recomiendo conocerlos para tener una comprensión global del impacto que el espacio tiene en nuestro cuerpo, pero necesitamos utilizar hilos argumentales que nos permitan tener un enfoque centrado en la experiencia de la persona. Estos hilos argumentales, son afirmaciones que ponen de manifiesto evidencias (no científicas, sino experienciales) que arquitectos y diseñadores tenemos en cuenta a la hora de diseñar pero no se ven reflejadas en el dibujo.

 

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