Experiencia durante la COVID-19 de marzo 2020
El 24 de marzo de 2020 la situación ya era crítica y muy preocupante, el director del Servicio de Emergencias Médicas de Catalunya (SEM) nos expresó con detalle las previsiones para las próximas semanas. Dos días antes el director de infraestructuras del SEM me pedía personalmente su opinión sobre cómo podríamos afrontar unas necesidades superiores a las 2.000 camas de críticos en un periodo de tiempo corto, en aquel momento todo parecía bastante irreal.
En una primera reunión en el Hospital Universitari General de Catalunya (HUGC) en Sant Cugat con los responsables del SEM y de QuirónSalud se nos informó sobre las cifras y las curvas de crecimiento de la pandemia con el objetivo de verificar la posibilidad de equipar 200 camas de UCI en diez días. La medida nos sorprendió por la contundencia de la cifra y el poco tiempo disponible.
Ante esta situación, la primera tarea fue encontrar los espacios convenientes para poder llevar a cabo este tipo de transformaciones. Como estudio de arquitectura analizamos los espacios más diáfanos del edificio que tuvieran una buena ventilación y con luz natural, así como una buena conexión con el centro de neurología del edificio y sus instalaciones.
Finalmente localizamos tres espacios lo suficiente versátiles para poder transformarlos en UCIs – dos áreas de aulas de la UIC y el comedor del personal del hospital – y con ello realizamos una primera aproximación del numero total de camas que podríamos ser capaces de condicionar.
Proyecto y obra
Lo primero que pedimos al SEM fue contar con una empresa capaz de llevar a cabo este tipo de actuación con unas condiciones diferentes a lo conocido hasta el momento. No podíamos esperar a tener el proyecto para comenzar con la adaptación de los espacios porque no había tiempo suficiente para ello. Finalmente nos pusimos en contacto con Agefred por su experiencia en el ámbito hospitalario y sus responsables se unieron inmediatamente. En el equipo también contamos con los responsables asistenciales de las UCIs y los técnicos de infraestructuras del HUGC.
Lo primero que hicimos fue validar el programa funcional y los flujos de trabajo que se tenían que diseñar con todo el equipo asistencial con el fin de conseguir el propósito marcado. La problemática especifica de pacientes COVID-19 fue todo un reto aún con nuestra experiencia como estudio en el diseño de áreas de pacientes críticos infecciosos a causa del número tan elevado de pacientes.
Marcamos las áreas de intercambio entre exteriores limpios e interiores contaminados, hicimos una aproximación de las necesidades en cuanto a equipamiento en coordinación con el Servei Català de la Salut y distribuimos los espacios para poder dar un servicio de 190 camas de pacientes críticos.
El siguiente paso fue la planificación del proceso poniendo todas las actividades sobre la mesa para poder estructurar un calendario y los recursos necesarios. Como equipo creíamos que la solución debía de venir de la realidad en la que estábamos inmersos y de los materiales que teníamos disponibles, más que de lo nos gustaría. Creímos que debíamos partir desde la fecha de entrega del equipamiento y del tiempo que disponíamos para completar la actuación.
En ese momento nos planteamos cuáles serían las actividades que se debían de realizar para completar la actuación y cuantos días teníamos para llevarlos cabo considerando que no queríamos acabar todas las áreas al mismo tiempo:
- Puesta en marcha
- Certificación de gases, puntos de voz y datos, conexiones eléctricas
- Limpieza
Nos planteamos cuáles eran las actividades que se habían de realizar inicialmente:
- Esquema de distribución
- Liberar los espacios
- Repaso del modelo de las instalaciones y equipos necesarios para una asistencia del paciente critico COVID-19
Se detectaron una serie de puntos críticos que podían romper la planificación:
- No disponíamos de tomas de conexión de gases
- La mayoría de los espacios no disponían de puntos de agua
- La mayoría de los espacios no tenían espacio de limpieza adecuados
El planeamiento daba aproximadamente seis días efectivos de trabajo para completar las áreas y con este dato establecimos los criterios de diseño.
La propuesta consistió en elegir cada una de las áreas a estudiar y generar una estructura organizativa con agrupaciones basadas en distribuir a ambos lados un pasillo de 2,00-2,40 metros de ancho, espacios de 2,40x2,40 metros en grupos de 8 a 12 pacientes.
En cada uno de estos espacios se disponía de una zona de control con acceso visual al máximo numero de pacientes y con espacio de preparación de medicación dispersos para poder controlar visualmente todos los pacientes. La principal problemática en la que nos encontrábamos era que no sabíamos cuáles eran los equipos que llegarían y no podíamos realizar una monitorización centralizada.
Para cada área se planteaba tener un vestidor con duchas, un área sucia con residuos y limpieza, un almacén para todo tipo de material y consumibles, ya fueran fungibles con farmacia, y un espacio de descanso personal con acceso a servicios higiénicos.
Para poder distribuir la mayoría de los espacios asistenciales con el poco tiempo del que disponíamos propusimos que cada uno de los espacios de paciente contara con un cabezal tipo, construido con un número muy limitado de piezas de las que estuviéramos seguros de disponer en los próximos días.
La base de todo el diseño fue el punto de atención al paciente. Se estudió la configuración básica de los equipos y se determinó la necesidad de disponer de un elemento de soporte universal para todas las piezas que configuraban el espacio del paciente.
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