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Cuadernos de Seguridad nº 206, noviembre 2006, p. 68-71
La sanidad tiene un dilema. Por una parte, la oferta médica y las posibilidades de atención a los pacientes mejoran de manera constante y continuamente se introducen nuevas y más complejas tecnologías. Por otra parte, el aumento de los correspondientes costes aumenta la carga en las arcas públicas y en las primas de los asegurados. Los hospitales y las clínicas, junto con el ejercicio libre de la medicina y los gastos de medicamentos, en su calidad de prestadores de servicios hospitalarios y, en gran medida, también ambulantes, sufren una gran presión financiera. Esta situación se agrava por el aumento de la esperanza de vida (en los países occidentales aproximadamente 7 años más que hace 50 años) y el envejecimiento de la población a causa de los avances médicos. En la vejez aumentan los problemas, a menudo con casos de demencia con un cuerpo todavía en buenas condiciones físicas, lo cual requiere un gran esfuerzo en cuidados y seguridad para este grupo de pacientes.
Fuentes Mayorga, Juan de Dios