Líbano: un conflicto especialmente destructivo para la asistencia sanitaria

NOVIEMBRE 2024 | Líbano | VER WEB
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Desde el 7 de octubre de 2023 hasta el 21 de noviembre de 2024, el 47% de los ataques a la atención de la salud, es decir, 65 de 137, se han saldado con la muerte de al menos un trabajador de la salud o un paciente en el Líbano.

 

Se trata de un porcentaje superior al de cualquier otro conflicto en curso en el mundo, ya que casi la mitad de los ataques contra los servicios de atención de la salud han causado el fallecimiento de un trabajador de la salud.

En comparación, el promedio mundial es del 13,3%, según las cifras del Sistema OMS de Vigilancia de Ataques contra la Atención Sanitaria, procedentes de 13 países o territorios que han notificado ataques en el mismo periodo, es decir, del 7 de octubre de 2023 al 18 de noviembre de 2024, entre ellos Ucrania, el Sudán y el territorio palestino ocupado. En el caso de este último, el 9,6% del total de incidentes se ha saldado con la muerte de al menos un profesional médico o un paciente.

Según los datos del Sistema de Vigilancia, entre el 7 de octubre de 2023 y el 18 de noviembre de 2024 han muerto en el Líbano 226 trabajadores de la salud y pacientes, y 199 han resultado heridos.

En el mismo periodo, se han notificado al Sistema de Vigilancia en total 1401 ataques a la atención de la salud en el territorio palestino ocupado, el Líbano e Israel: 1196 en el territorio palestino ocupado, 137 en el Líbano y 68 en Israel.

 

Los servicios civiles de atención de la salud gozan de una protección especial

«Estas cifras revelan una vez más una tendencia extremadamente preocupante. No cabe duda de que privar a la población civil del acceso a una asistencia vital y atentar contra los proveedores de atención de la salud constituye una violación del derecho internacional humanitario. La ley prohíbe el uso de los establecimientos de salud con fines militares, e incluso cuando así sea el caso, las condiciones para actuar contra ellos son muy estrictas, como el deber de advertir y esperar después del aviso», declaró el Dr. Abdinasir Abubakar, Representante de la OMS en el Líbano.

El derecho internacional humanitario establece que los trabajadores y los establecimientos de salud deben estar protegidos en todo momento durante un conflicto armado y no pueden ser jamás objeto de ataques. Los establecimientos de salud no deben utilizarse con fines militares, y deberían rendirse cuentas cuando se les dé un uso indebido.

«El incumplimiento del derecho internacional debe tener consecuencias, y los principios de precaución, distinción y proporcionalidad deberían respetarse en todo momento. Como ya se ha dicho, los ataques indiscriminados a la atención de la salud constituyen una violación de los derechos humanos y del derecho internacional que no puede convertirse en la nueva normalidad, ni en Gaza, ni en el Líbano, ni en ningún otro lugar», afirmó la Dra. Hanan Balkhy, Directora Regional de la OMS para el Mediterráneo Oriental.

 

La mayoría de los incidentes en el Líbano afectan a los trabajadores de la salud

La mayoría (el 68%) de los incidentes registrados en el Líbano por el Sistema de Vigilancia de Ataques contra la Atención Sanitaria han afectado al personal de salud, una tendencia recurrente en los últimos años, por ejemplo, en Gaza el año pasado. En el Líbano, aproximadamente el 63% de los incidentes afectaron al transporte sanitario y el 26%, a establecimientos de salud.

Los ataques a la atención de la salud golpean dos veces. Primero, cuando los trabajadores de la salud pierden la vida o cuando el ataque destruye un establecimiento de salud; posteriormente, en las semanas y meses siguientes, cuando no se puede tratar a los heridos, cuando las personas que deben recibir cuidados periódicamente no pueden recibirlos y cuando no se puede vacunar a los niños.

«Un número tan elevado de víctimas entre los trabajadores de la salud debilitaría a cualquier país, no solo al Líbano. Pero lo que las cifras por sí solas no pueden transmitir son las consecuencias a largo plazo, los tratamientos que no se reciben, las mujeres y las niñas a las que se priva del acceso a servicios de salud materna, sexual y reproductiva, las enfermedades tratables que no se diagnostican y, en definitiva, las vidas que se pierden por la falta de atención de la salud. Estos efectos son difícilmente cuantificables», declaró el Dr. Abubakar.

 

Uno de cada diez hospitales del Líbano se ha visto directamente afectado

Cuanto más graves sean los ataques contra el personal de salud, más se reducirá la capacidad a largo plazo de un país para recuperarse de una crisis y prestar servicios de atención de la salud una vez haya concluido el  conflicto.

El Líbano es un país de ingreso mediano bajo con un sistema de salud bastante avanzado que se ha visto duramente afectado por múltiples crisis en los últimos años. Tras el recrudecimiento de las hostilidades que sacudió al país en septiembre de 2024, el creciente número de ataques a la atención de la salud ha provocado tensiones adicionales en un sistema ya de por sí sobrecargado. 

En la actualidad, el sistema de salud del país está sometido a una presión extrema, y 15 de los 153 hospitales han dejado de funcionar o solo lo hacen parcialmente. Nabatieh, por ejemplo, una de las ocho gobernaciones del Líbano, ha perdido el 40% de su capacidad de camas hospitalarias.

«Ataques a la atención de la salud de semejante magnitud paralizan un sistema de salud en un momento en que las personas cuyas vidas dependen de él más lo necesitan. Más allá de la pérdida de vidas humanas, la muerte de trabajadores de la salud supone la pérdida de años de inversión y de un recurso crucial para el futuro de un país frágil», manifestó la Dra. Balkhy.

En lo que va de año, entre el 1 de enero y el 18 de noviembre de 2024, se han registrado en el mundo un total de 1246 ataques a la atención de la salud en 13 países o territorios, en los que han muerto 730 trabajadores de la salud y pacientes y 1255 han resultado heridos.

 

Nota

El Sistema de Vigilancia de Ataques contra la Atención Sanitaria, creado en 2017 por la Organización Mundial de la Salud, es un mecanismo independiente de vigilancia mundial cuyo objetivo es recopilar datos fiables sobre los ataques a la atención de la salud y determinar posteriormente patrones de violencia que permitan adoptar, de manera fundamentada, medidas de reducción del riesgo y de fomento de la resiliencia, con el fin de proteger la atención de la salud. El Sistema de Vigilancia también ofrece una base de datos contrastados para promover la labor de lucha contra los ataques a la atención de la salud.

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