Los aires modernos de la arquitectura española
Un volumen documenta con minuciosidad las construcciones y equipamientos públicos entre 1925 y 1965Frente a la arquitectura especulativa de las últimas décadas, tan ansiosa por encontrar efectos especiales, está sin ir muy lejos una arquitectura basada en la racionalidad, en el uso preciso de los materiales y con una cualidad ética: cumplir una función social. Estos valores llegaron de la mano del Movimiento Moderno que en España se sitúa entre 1925 a 1965. Luego se abandonaron en los años ochenta con el culto a la posmodernidad y ahora se percibe un cierto regreso, quizá a fuerza de la crisis. Ejemplos magníficos hay unos cuantos repartidos por toda la geografía española. La Fundación Docomomo , que se dedica a documentar, cuidar y difundir ese impagable patrimonio, acaba de publicar el primer volumen de Equipamientos Lugares públicos y nuevos programas, 1925-1965. Recoge con apreciable minuciosidad, con su ficha, planos, fotografías y una breve descripción, 300 obras ordenadas por comunidades autónomas de edificios educativos, sanitarios, religiosos y administrativos. El segundo tomo se encargará de los comerciales, turísticos, de ocio, deportes y de transportes.
"Es necesaria una mirada al pasado para descifrar lo que somos, porque cada estilo es el reflejo de las inquietudes y los gustos de una determinada época", dice Celestino García Braña, presidente de la Fundación. "Por ejemplo, la Alhambra fue cantera y cueva de ladrones hasta que los románticos se fijaron en ella porque conectaba con ese interés que tenían por los cultos exóticos".
Los edificios de la modernidad dicen adiós a los estilos anteriores basados en lenguajes históricos: neorromanticismo, barroco, neoclásico...e irrumpen con un lenguaje funcional, técnico y con la expresividad de los nuevos materiales, el hormigón, el hierro y el vidrio. Uno de los ejemplos es el Centro de Investigaciones Geológicas, en Madrid, de Miguel Fisac. "Toda la expresividad del edificio se concentra en el uso del hormigón", aprecia García Braña. Del mismo arquitecto se derribó no hace tantos años, en 1999, La Pagoda, algo que los arquitectos compararon como "la quema de un "miró". ¿Hoy hubiera sido derribada? "Quiero creer que no", afirma el presidente de esa Fundación que ejerce de "vigilante" de esos edificios. "El patrimonio hay que crearlo día a día y las administraciones públicas y la sociedad tienen que ser conscientes de ello".
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