La experiencia del paciente como recurso estratégico para la arquitectura de los espacios sanitarios y el bienestar del paciente
La centralidad de los usuarios en el diseño de los espacios
El paciente ha pasado a ser el centro de la atención sanitaria y con ello ha cobrado una especial importancia la humanización de los espacios dedicados a su atención, asistencia y cuidado. Desde hace años esta realidad forma parte de la cultura del Hospital Sant Joan de Déu (SJD) y de su forma de entender y diseñar los espacios. La centralidad de la experiencia del paciente y la humanización de la arquitectura, de los espacios, son elementos clave fundamentales en todos los proyectos de SJD.
Arquitectura y salud - la humanización de los espacios
Hoy en día existe un amplio consenso sobre la importancia de los espacios Hospitalarios en la experiencia de sus usuarios y de su diseño como un recurso de bienestar físico y emocional. La importancia de la arquitectura hospitalaria en la salud y bienestar de las personas es una realidad incuestionable que ha supuesto un cambio en su enfoque puramente funcional-operativo. Hoy, los edificios se diseñan con el objetivo de promover experiencias saludables y confort en un sentido amplio. Los antecedentes los encontramos en la enfermera Florence Nightingale, considerada la madre de la enfermería moderna, quién tuvo una gran influencia al entender el impacto del entorno sobre la salud del paciente. Ella fue pionera en el concepto del “healing environment”, de concebir la importancia del entorno como recurso terapéutico; de hecho, en su obra “Notes on Hospitals”, publicada en 1859, explicaba como “Las intervenciones adecuadas en el entorno pueden evitar enfermedades”.
Para Nightingale, el edificio tenía una gran importancia e impacto en la salud de los pacientes, estableciendo una clara relación entre una tasa de supervivencia más elevada de los pacientes con el edificio, el espacio físico, la luz natural, el aire fresco y limpio, el paisaje y una buena alimentación. Siguiendo esta aproximación, posteriormente en el año 1929, los arquitectos escandinavos Alvar Aalto y Aino Marsio diseñaron el Sanatorio de Paimio en Finlandia para enfermos de tuberculosis, centrándose en la salud del paciente y basando su diseño en el máximo aprovechamiento de la luz natural, la ventilación y las vistas al exterior, junto a la importancia del color y el mobiliario en las habitaciones. Estos arquitectos fueron pioneros de lo que hoy conocemos como el diseño centrado en las personas.
En 2004 el Center for Health Design (una de las principales organizaciones que investiga la mejora de la calidad de la asistencia asociada con el diseño y arquitectura) publicaron un informe (Zimring, 2004) con una revisión y evaluación de más de 600 investigaciones disponibles que relacionaban el medio físico hospitalario y los resultados clínicos: En este informe, entre otros resultados, se concluía que existe una fuerte evidencia científica entre el entorno físico hospitalario y la reducción de errores médicos, la mejora del descanso de los pacientes, la reducción del dolor y del consumo de determinados fármacos, o la disminución del estrés.
Avanzando en esta visión, diversos autores han ido introduciendo y promoviendo las tendencias de espacios hospitalarios humanizados (Bates, 2018) adaptados a la escala de la infancia y remarcando la importancia de aspecto como son: el diseño de espacios alegres y de distracción para los enfermos, así como espacios sensoriales y el acceso a la naturaleza con efectos curativos; el promover espacios parecidos a nuestro hogar o el incorporar la tecnología, pero ocultándola; junto a la importancia de incorporar el arte a los hospitales y de una ambientación cálida. Aspectos que tienen un gran impacto cuando se trata de espacios para pacientes pediátricos. Para mejorar la experiencia de los pacientes de un hospital infantil es fundamental el convertir el espacio en un lugar acogedor, en el que los niños se sientan cómodos. Mediante su diseño y la ambientación se trata de evitar las reacciones negativas que se puedan tener ante espacios hospitalarios de apariencia aséptica y médica; para ello, en los centros pediátricos, hoy en día se diseñan los espacios con el propósito de hacerlos más humanizados, promoviendo el juego y el aprendizaje, la estimulación, la sorpresa, y distracción, el color.
Este es el tipo de enfoque y abordaje que se ha aplicado en el diseño de ambientación y espacios en el hospital Sant Joan de Déu – Barcelona desde hace más de 15 años.
Imagen de la ambientación del vestíbulo del Hospital donde el diseño de los espacios se trabajó para mejorar la experiencia del paciente mediante el juego y distintos elementos interactivos en la ambientación para reducir el estrés y la preocupación de los niños.
Actualmente ya existen diversos ejemplos de Hospitales infantiles donde el diseño de los espacios y ambientación tratan de hacerse cada vez más agradables para los pequeños y la familia. Disciplinas como la psicología ambiental y social nos aportan evidencias de la necesidad de comprender que el cuidado psicológico del niño y la familia no solo se limita al momento de la hospitalización, sino que debe considerarse en la toma de decisiones para el diseño de hospitales pediátricos. Trabajos de investigación como los de la psicóloga social Ana Maria Ullán, junto con el Hospital SJD, nos demuestran las repercusiones emocionales positivas que permiten los espacios, ambientes, edificios y entornos de cuidado de la salud en las personas usuarias y muy especialmente para los pacientes pediátricos. Sus aportaciones nos muestran que cuando se habla de espacios para niños hay que incorporar las necesidades específicas de los niños y sus familias (Ullán, 2020).
Gracias a esta y muchas otras aportaciones, actualmente existe un amplio consenso y evidencias sobre la importancia del diseño de hospitales como espacios que deben cubrir las necesidades físicas y emocionales de los usuarios. Edificios que no solo nos deben ayudar a una pronta recuperación y a no enfermar, sino que generen bienestar en los pacientes y los profesionales. Por ello, cuando a los arquitectos y diseñadores de espacios sanitarios se les presenta un problema de diseño es fundamental poder incorporar en su proceso proyectual un método que les permita identificar las necesidades de los futuros usuarios, aplicando la experiencia del paciente como un recurso de mejora. Poder contar con tal proceso les asegura que sus soluciones de diseño puedan ser útiles, creativas y que satisfagan y cumplan con las necesidades de los futuros usuarios. Bajo esta premisa, se entiende la experiencia de paciente como una herramienta más en el diseño de los espacios. Implicar a pacientes, familias y profesionales es un recurso estratégico de mejora de los hospitales. Para hacerlo posible es fundamental poder entender mejor su experiencia y conocer sus necesidades, lo cual requiere poder desarrollar un proceso de co-diseño que implica la aplicación de técnicas participativas con todos los usuarios y agentes clave para escucharlos e implicarlos en el diseño y su validación.
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