La financiación de la asistencia sanitaria en todo el mundo se está convirtiendo en un trabajo cada vez más costoso, independientemente del país o vehículo de financiación empleado. Los avances en la tecnología médica, el crecimiento-envejecimiento de las poblaciones y los cambios en las tendencias sociales tienen un impacto en el resultado final de los proveedores, y un número cada vez mayor examina formas de aprovechar los presupuestos. Las cifras de la Organización Mundial de la Salud muestran que el gasto en salud en cápita oscila entre menos de 25 dólares en países en desarrollo y más de 5.000 dólares en los EE.UU.. En 2007 la factura más alta de salud mundial fue de 5.3 trilles de dólares, fue en Japón. La investigación realizada por el Instituto McKinsey Global en 2008 sugirió que el gasto en la atención médica podría duplicarse como en un plazo de 30 años. Por lo tanto podemos decir que para aquellos países que invierten mucho dinero en el bienestar de sus ciudadanos, reducir un pequeño porcentaje en las facturas de la salud puede generar ahorros masivos ya ayudar a cerrar las brechas financieras.

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