Hospitalización pediátrica postquirúrgica y el diseño basado en la evidencia: un recorrido por la nueva unidad del Hospital Vall d'Hebron
De acuerdo con las investigaciones realizadas en torno a los hospitales y cómo estos impactan psicológicamente en los usuarios, es manifiesto que los pacientes pediátricos sometidos a internaciones enfrentan no solo el temor o dolor de los procedimientos médicos, sino también todo lo que implica el fenómeno de la hospitalización y la ausencia de una vida normal. (Ullán y Belver, 2019).
Lo mismo ocurre con sus progenitores. Un elevado porcentaje de las hospitalizaciones de sus hijos las viven como un acto inesperado, que en muchas ocasiones implica un peligro vital o funcional, lo que provoca en ellos una preocupación intensa que suele sobrepasarlos. “Estos cambios en la rutina y la experimentación de sentimientos que se manifiestan en reacciones como ansiedad, indefensión, miedo, depresión, confusión, disminución del rendimiento, alteraciones del sueño y pensamientos intrusivos” (Fernandez, Gabriela, 2011) suelen ser la antesala de situaciones desequilibradas que no solo afectan al paciente, sino también a todos los sujetos de la familia.
Para nuestro equipo, es importante considerar que todos ellos se encuentran habitando entornos que no les son habituales, lo que de alguna manera rompe con sus círculos conocidos, generando alteraciones frecuentes de tipo conductual, emocional y cognitivo (Middlebrooks et al., 2008).
Esta situación estresante subraya la necesidad de ponderar y repensar los espacios y, como lo explica J. DuBose (2016) en su escrito "Exploring the Concept of Healing Spaces", proponer un entorno “que facilite la participación en comportamientos y emociones que respalden la curación y que induzcan respuestas físicas y emocionales, como la felicidad, la alegría y la relajación” con el fin de lograr un postoperatorio satisfactorio y una recuperación más rápida.
A esta cuestión sumamos la perspectiva del Hospital:
En nuestra firme búsqueda de la excelencia en el cuidado pediátrico, el Hospital Vall d'Hebron veía la necesidad de llevar a cabo una completa reestructuración en su Unidad de Hospitalización Pediátrica Postquirúrgica. Este esfuerzo tenía que abarcar tanto los desafíos físicos como los procesos de atención, marcando un hito en nuestro compromiso continuo con la calidad asistencial.
Antes de esta intervención, la unidad enfrentaba desafíos considerables. La disposición lineal del pasillo limitaba la entrada de luz natural en áreas importantes, impactando directamente en el entorno de atención. Además, la falta de adaptabilidad de las habitaciones y la escasa accesibilidad de los baños complicaban los trabajos diarios del personal sanitario y la comodidad de los pacientes.
Las áreas destinadas a familiares y juegos, al ser demasiado reducidas, se convertían en un obstáculo para múltiples familias. La carencia de habitaciones individuales resultaba en el bloqueo de habitaciones dobles para casos que requerían privacidad. Asimismo, la sala de preparación y la zona de trabajo compartían un mismo espacio, lo que planteaba desafíos para el personal de enfermería al realizar sus tareas de manera eficaz.
La atmósfera poco acogedora del lugar, caracterizada por colores fríos y materiales apagados, era un aspecto crítico que buscábamos modificar con esta renovación integral.
El Hospital buscaba implementar cambios con el objetivo de mejorar la atención y comodidad de los pacientes, así como fortalecer la comunicación y el respaldo emocional a las familias, factores fundamentales en el proceso de recuperación.
Aún manteniendo las mismas especialidades, la reorganización del espacio, junto con la introducción de la telemetría por primera vez en la unidad, buscaba poder atender a un mayor número de pacientes además de la inclusión de pacientes con procedimientos cardiológicos y postquirúrgicos cardíacos, mejorando la capacidad para ofrecer una atención más especializada. Consolidando así la eficiencia y el alcance de la unidad.
Antes de la rehabilitación integral, el hospital se esforzaba por anticipar y abordar las crecientes demandas de atención pediátrica postquirúrgica. Aunque la ocupación de la unidad oscilaba entre el 80% y el 90%, la clara aspiración era alcanzar el pleno rendimiento del 100%, reconociendo la necesidad de brindar atención especializada a pacientes pediátricos en constante evolución.
Finalmente, la complejidad creciente de los casos motivaba la búsqueda constante de mejoras en la seguridad del paciente, marcando un compromiso continuo del Hospital con la calidad asistencial. La intención era que la rehabilitación del espacio no solo transformara el entorno físico, sino que también permitiera una atención más eficiente y especializada. La adaptación efectiva a las cambiantes necesidades de los pacientes pediátricos postquirúrgicos era un objetivo clave en este proceso de mejora constante, reflejando el compromiso arraigado del Hospital con la salud y el bienestar de aquellos que confían en sus servicios médicos.
Tomando estos datos como punto de partida, desde AHEAD Barcelona Healthcare Architecture, hemos abordado el planteamiento de la nueva unidad de pediatría postquirúrgica del Hospital Vall d'Hebron combinando las cuestiones normativas obligatorias y los requisitos del sistema de salud de Cataluña/VH con un proceso crítico fundamentado en investigaciones científicas para definir las decisiones de diseño con el objetivo de obtener los mejores resultados posibles. Este proceso es conocido como "Diseño Basado en la Evidencia".
Asimismo, utilizando la estructura de "estímulos" propuesta por Méndez y Ortigosa (2000) y Ullán (2004) para promover sensaciones positivas o atenuar las negativas, nuestro diseño aborda las tres clasificaciones que se consideran fundamentales: estructura, percepción y función. Los estímulos estructurales responden a factores de iluminación, calidad del entorno y privacidad; los estímulos perceptivos se refieren al aspecto interior del edificio, el tratamiento gráfico y los colores utilizados; y los estímulos funcionales se relacionan con el confort en el uso de los objetos (mobiliario, equipamiento, etc.), la socialización y el juego.
En cuanto a la primera decisión proyectual, hemos trabajado el concepto de “contaminación visual” disponiendo soluciones que atenúen la sensación de “espacio técnico” que las internaciones traen consigo, sabiendo que toda sobrecarga de estímulos visuales es desfavorable para cualquier usuario. En palabras de Claudio Ardohain (2001) y Aída Faingezicht (2003), cuando una cuestión visual “supera el máximo de información que el cerebro puede asimilar se produce una especie de -stress- visual mediante el cual el panorama perceptual se vuelve caótico y la lectura ordenada del paisaje se hace imposible” pudiendo causar en las personas que lo habitan "irritación, distracción, aumento del dolor, miedo, depresión y dificultades en la orientación" (Angela E. Müller, 2020). Esto, trae como consecuencia una falta de bienestar considerable que va en contra de la recuperación del paciente.
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