Biocontención inteligente: control ambiental predictivo en instalaciones hospitalarias
En hospitales, donde la exposición a microorganismos es especialmente sensible, la monitorización constante de la calidad del agua no solo previene infecciones, sino que permite optimizar los recursos operativos, reducir el uso de productos químicos y extender la vida útil de las instalaciones.
La gestión sanitaria en entornos hospitalarios ha evolucionado más allá del cumplimiento normativo. Actualmente, el reto es anticiparse al riesgo biológico; de este modo, la biocontención y el control ambiental continuo se posicionan como estrategias clave para garantizar la seguridad de pacientes, profesionales y visitantes.
Tradicionalmente, el control de las condiciones ambientales y sanitarias en hospitales se ha abordado de forma reactiva o manual, con sistemas de mantenimiento correctivo, muestreo periódico o ajustes por intuición técnica. Sin embargo, la entrada en vigor del Real Decreto 487/2022 y su actualización mediante el RD 614/2024 ha reforzado la necesidad de una supervisión continua, trazable y basada en evidencia. Este marco regulador obliga a los titulares de las instalaciones a implementar Planes Sanitarios del Agua (PSA) y Planes Sanitarios frente a Legionella (PSL), priorizando el control microbiológico en tiempo real. La integración de soluciones IoT permite no solo dar respuesta a estas exigencias, sino también transformar la gestión de las infraestructuras en una red inteligente de prevención y eficiencia operativa.
Biocontención activa en redes hidráulicas
La calidad microbiológica del agua debe estar garantizada de forma continua especialmente en circuitos de ACS y acumuladores térmicos. En este sentido, la biocontención pasa por implementar soluciones que monitoricen en tiempo real parámetros clave como la temperatura, el pH, el nivel de cloro libre, el potencial redox (ORP), la turbidez y la presencia de biofilm, un indicador directo de colonización microbiológica.
Las tecnologías actuales permiten digitalizar la temperatura del ACS y rACS, la concentración de cloro libre residual y el potencial redox (ORP), el pH y la turbidez y La bioactividad (biofilm).
La incorporación de sensores específicos en puntos estratégicos, como retornos críticos de ACS, termos eléctricos o depósitos acumuladores, permite detectar desviaciones antes de que supongan un riesgo para la salud, alineando así la gestión operativa con los Planes Sanitarios del Agua (PSA) y los Planes Sanitarios frente a Legionella (PSL), establecidos en la normativa vigente.
Esta sensorización en continuo no solo garantiza el cumplimiento legal, sino que permite detectar desviaciones antes de que representen un problema, reduciendo los tiempos de intervención, optimizando la dosificación de productos y mejorando la durabilidad de las instalaciones.
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