El Hospital La Colina pone en marcha una unidad para el estudio del sueño

21/12/2012
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Cuando una persona se pasa la noche luchando por respirar se levanta cansada, sufre cefaleas y cansancio crónico; pero, además, tiene más probabilidades de sufrir un infarto cardíaco o cerebral. De ahí la importancia de diagnosticar las apneas del sueño o trastornos del sueño, una patología cuya prevalencia real se desconoce pero que se estima en torno al cuatro por ciento. “En Canarias hay unas 40.000 personas afectadas, pero actualmente sólo 4.000 están en tratamiento”, asegura la neumóloga del Hospital La Colina, Purificación Ramírez, quien además señala que “si se tiene en cuenta la relación de esta enfermedad con la obesidad y que Canarias es la comunidad autónoma con mayor prevalencia de obesidad, es posible que en nuestro medio el número de personas sin diagnosticar sea superior”.

Para llevar a cabo las pruebas necesarias que permiten confirmar o descartar la presencia de esta patología, el Hospital La Colina, perteneciente al Grupo Hospitalario Quirón, ha puesto en marcha una Unidad del Sueño en la que se realizan poligrafías y polisomnografías. La primera incluye el registro del flujo de aire, la saturación de oxígeno, la frecuencia cardíaca, los ronquidos y los movimientos torácicos y abdominales; mientras que la segunda, además de éstos, permite el estudio de las ondas cerebrales y de los movimientos de las piernas durante el sueño.

La responsable de la Unidad del Sueño de La Colina la doctora Purificación Ramírez explica que una persona hace una apnea porque se colapsa su vía aérea, lo que impide la respiración y, por lo tanto, la entrada de oxígeno. Cuando el cerebro detecta este problema provoca un pequeño despertar (consciente o no) lo que produce a su vez una descarga de adrenalina que genera estrés cardíaco. “A la larga, esta situación ocasiona hipertensión arterial; así como la nicturia, es decir, la necesidad de orinar muchas veces durante la noche. Además, al imposibilitar que el sueño sea reparador, provoca una excesiva somnolencia diurna, multiplica las probabilidades de tener depresión e, incluso se puede llegar a confundir con una demencia; ya que si el cerebro no descansa por la noche, no funciona adecuadamente”, indica la neumóloga.
“Esta patología -subraya la doctora Ramírez¬- es un factor de riesgo cardiovascular y entre sus consecuencias más importantes está el mayor riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV); así como excesiva somnolencia diurna, lo que puede dar lugar a accidentes de tráfico por quedarse dormido al volante”.

La apnea del sueño multiplica la posibilidad de sufrir un infarto cardíaco o cerebral, al tiempo que provoca cefaleas y cansancio crónico

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