La trastienda del hospital
Casi ningún paciente los conoce y casi ningún enfermo les da las gracias. Sin embargo, ellos son clave en el diagnóstico y tratamiento en el 80% de los casos y saben mucho de cada persona a través de sus fluidos. Son los analistas de laboratorio, la estratégica e imprescindible trastienda de cualquier hospital. Hasta mañana, 1.500 de estos especialistas se reúnen en Málaga en el V Congreso Nacional del Laboratorio Clínico (Labclin 2011). Saber que al año en la provincia se hacen más de 20 millones de pruebas analíticas da una idea de la importancia de su labor. Hacen análisis de sangre, orina, heces, semen, líquido cefalorraquídeo, pleural... La lista es muy amplia. El congreso es un punto de encuentro para avanzar y mejorar la asistencia en su especialidad; para tomar las buenas ideas de otros compañeros y aplicarlas en sus centros.
Uno de los ejes del encuentro es el diagnóstico infantil y el estudio de los lípidos como predictores de enfermedades cardiovasculares. Ahora que muchos niños están pasados de peso e incluso tienen la diabetes de los adultos debido a su gordura, los analistas clínicos debaten si no es hora de revisar los protocolos y bajar el tope de lo que en una analítica se considera, por ejemplo, el colesterol normal. Todo análisis tiene unos baremos mínimos y máximos y lo que se salga de esos límites se considera patológico. Es lo que en una analítica se marca con un asterisco. El congreso sirve para que los especialistas pongan en común la evidencia clínica y tomen medidas. "Se trata de revisar los protocolos para mejorarlos, porque a lo mejor estamos trabajando con las cifras equivocadas", explica Vidal Pérez Valero, presidente del comité local de Labclin 2011.
Hay otro apartado a debatir nada desdeñable en estos tiempos de crisis: la gestión del laboratorio. Una buena organización no solo evita errores, sino que ahorra costes; dos objetivos en los que la informatización ha sido una aliada esencial. En este punto, los analistas clínicos tratan de consensuar herramientas para que el médico solo pida lo realmente necesario para diagnosticar. Es decir, que la petición analítica sea certera. Eso ahorra trabajo al laboratorio, costes a la Administración e incertidumbre al paciente. "Se trata de no gastar recursos en balde", resume Ángeles Giménez, miembro del comité organizador del congreso.
Unos 1.500 especialistas en análisis clínicos tratan los avances para mejorar la atención El encuentro ha contado con la asistencia de especialistas de renombre mundial, como Prasad Devarajan, del Hospital Infantil de Cincinnati (EEUU). El investigador expuso los avances que su grupo está haciendo sobre la molécula NGAL, un marcador del daño renal muy precoz cuyo análisis quizás sirva algún día para detectar la patología antes de que comiencen los síntomas. En fase mucho más incipiente está el estudio de ciertas proteínas y del líquido cefalorraquídeo para el diagnóstico del alzheimer, que ahora solo se circunscribe a la clínica. Pero quizás las investigaciones de los analistas clínicos permitan algún día encontrar un marcador certero para diagnosticarlo, como ahora se detecta la diabetes con un estudio del azúcar en sangre. "Ahora hay indicios, pero no hay evidencias", matiza Pérez Valero sobre los estudios del alzheimer.
En el congreso, la industria también saca músculo. Un total de 27 empresas ocupan 1.200 metros cuadrados del Palacio de Ferias -donde se celebra el congreso- para mostrar las últimas tecnologías. Demostraciones prácticas permiten ver robots en pleno funcionamiento. Uno de Roche, por ejemplo, hace en solo 30 minutos un proceso para analizar sangre que a un trabajador puede llevarle unas tres horas. Los brazos se mueven simultáneamente y a una velocidad inusitada y, lo que es más importante aún en un laboratorio, sin equivocarse porque es capaz de leer los códigos de barra adheridos a cada probeta. Otro robot de Izasa tiene la capacidad de recibir las muestras, clasificarlas en función de qué análisis sea necesario, fraccionarlas para su estudio y hasta de clonar los códigos de barras ya que a veces una probeta debe dividirse en varias. Un trabajo que hacen máquinas y personas, que es bastante desconocido y sin el que casi serían imposibles los diagnósticos.
Uno de los ejes del encuentro es el diagnóstico infantil y el estudio de los lípidos como predictores de enfermedades cardiovasculares. Ahora que muchos niños están pasados de peso e incluso tienen la diabetes de los adultos debido a su gordura, los analistas clínicos debaten si no es hora de revisar los protocolos y bajar el tope de lo que en una analítica se considera, por ejemplo, el colesterol normal. Todo análisis tiene unos baremos mínimos y máximos y lo que se salga de esos límites se considera patológico. Es lo que en una analítica se marca con un asterisco. El congreso sirve para que los especialistas pongan en común la evidencia clínica y tomen medidas. "Se trata de revisar los protocolos para mejorarlos, porque a lo mejor estamos trabajando con las cifras equivocadas", explica Vidal Pérez Valero, presidente del comité local de Labclin 2011.
Hay otro apartado a debatir nada desdeñable en estos tiempos de crisis: la gestión del laboratorio. Una buena organización no solo evita errores, sino que ahorra costes; dos objetivos en los que la informatización ha sido una aliada esencial. En este punto, los analistas clínicos tratan de consensuar herramientas para que el médico solo pida lo realmente necesario para diagnosticar. Es decir, que la petición analítica sea certera. Eso ahorra trabajo al laboratorio, costes a la Administración e incertidumbre al paciente. "Se trata de no gastar recursos en balde", resume Ángeles Giménez, miembro del comité organizador del congreso.
Unos 1.500 especialistas en análisis clínicos tratan los avances para mejorar la atención El encuentro ha contado con la asistencia de especialistas de renombre mundial, como Prasad Devarajan, del Hospital Infantil de Cincinnati (EEUU). El investigador expuso los avances que su grupo está haciendo sobre la molécula NGAL, un marcador del daño renal muy precoz cuyo análisis quizás sirva algún día para detectar la patología antes de que comiencen los síntomas. En fase mucho más incipiente está el estudio de ciertas proteínas y del líquido cefalorraquídeo para el diagnóstico del alzheimer, que ahora solo se circunscribe a la clínica. Pero quizás las investigaciones de los analistas clínicos permitan algún día encontrar un marcador certero para diagnosticarlo, como ahora se detecta la diabetes con un estudio del azúcar en sangre. "Ahora hay indicios, pero no hay evidencias", matiza Pérez Valero sobre los estudios del alzheimer.
En el congreso, la industria también saca músculo. Un total de 27 empresas ocupan 1.200 metros cuadrados del Palacio de Ferias -donde se celebra el congreso- para mostrar las últimas tecnologías. Demostraciones prácticas permiten ver robots en pleno funcionamiento. Uno de Roche, por ejemplo, hace en solo 30 minutos un proceso para analizar sangre que a un trabajador puede llevarle unas tres horas. Los brazos se mueven simultáneamente y a una velocidad inusitada y, lo que es más importante aún en un laboratorio, sin equivocarse porque es capaz de leer los códigos de barra adheridos a cada probeta. Otro robot de Izasa tiene la capacidad de recibir las muestras, clasificarlas en función de qué análisis sea necesario, fraccionarlas para su estudio y hasta de clonar los códigos de barras ya que a veces una probeta debe dividirse en varias. Un trabajo que hacen máquinas y personas, que es bastante desconocido y sin el que casi serían imposibles los diagnósticos.
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