Los órganos impresos en 3D ya están aquí
Piense en un trasplante de hígado. Al paciente se le introduce en un escáner para saber exactamente cómo es el órgano que necesita y, a partir de ahí, los médicos utilizan una impresora 3D para crear el tejido humano que lo va a sustituir.
Aunque esta situación no esté cercana, ha dejado de ser ciencia ficción. Algunas empresas punteras e instituciones de investigación ya han creado los primeros tejidos humanos gracias a la tecnología de impresión 3D. La aplicación inmediata está clara: sustituir los órganos dañados por otros nuevos. Pero hay una segunda vertiente mucho más cercana. Las compañías farmacéuticas se han involucrado en estos avances con el objetivo de sustituir los ensayos previos en animales por otros con estos tejidos, supuestamente más fiables y, por tanto, motivo de ahorro en ensayos fallidos en la transferencia del modelo animal hasta el humano.
"Ya se han implantado una traquea de impresión 3D en Europa y una vejiga en EEUU", explica José Becerra, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Málaga. "Hay algunos órganos sencillos de hacer. Aunque cuanto más grandes y vascularizados, más complejos serán", añade.
Actualmente hay dos técnicas para imprimir órganos. La más desarrollada es la que fabrica unos andamios hechos con polímeros biocompatibles con el cuerpo humano. Esas estructuras se repueblan de células en un biorreactor y de ahí salen tejidos y órganos. La segunda, y más compleja, consiste en imprimir los órganos capa a capa, con una sujeción llamada biopapel. Ambos sostenes se degradan para no dar problemas en el interior del cuerpo humano. Por su parte, las cartuchos que utilizan las impresoras son células fabricadas en el laboratorio.
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