Si la calidad del aire es importante en inmuebles particulares y viviendas se hace imprescindible en edificios corporativos y, sobre todo, en hospitales. Pero, pese a lo que se pueda pensar en un primer momento, la calidad ambiental está directamente relacionada con la limpieza y la higiene del lugar.

El problema es que, incluso con una adecuada limpieza e higiene, muchos de los agentes tóxicos y contaminantes que existen en el aire no pueden ser eliminados con los procedimientos de saneamiento estándar, sino que exigen medidas de desinfección específicas que dependerán de factores como las actividades que se realicen en el edificio, sus instalaciones, su superficie, la ocupación real o la concentración de contaminantes, así como de circunstancias temporales como la contaminación exterior, la temperatura o la estacionalidad.

Una de las posibles soluciones es la polarización activa, una de las técnicas más novedosas y eficaces en filtración de partículas. Se diferencia de los sistemas de filtración tradicional en que consume mucha menos energía -por tanto, supone un gasto de mantenimiento mucho menor- y se basa en la polarización electroestática sobre una media filtrante -con lo cual, no genera ionización-.

Otra opción es la fotocatálisis, un proceso versátil y eficaz para la desinfección tanto en el aire y las matrices de agua que puede ser adaptado para su uso en distintos escenarios. Debido a la gran capacidad de la fotocatálisis para inactivar una amplia gama de microorganismos dañinos, está siendo examinada como una alternativa viable a los métodos tradicionales de desinfección, tales como la cloración, que pueden producir subproductos nocivos.

Otro tipo de edificios en los que la limpieza y la higiene adquieren especial importancia para conseguir una buena calidad del aire son los establecimientos de hostelería y restauración, ya que la acumulación de grasas y la propagación de malos olores es uno de los principales problemas en cocinas, comedores, restaurantes y cafeterías. La situación se complica cuando el punto de salida al exterior de los gases está cercano a la toma de aire de climatizadores. Las cafeterías de los hospitales exigen unas medidas de higiene y limpieza aún superiores.

Pero, ¿de verdad todo esto es necesario? ¿Existen tantas amenazas de la calidad del aire incluso con el mantenimiento de una adecuada higiene? Lamentablemente, sí, sobre todo en edificios corporativos o de uso público. De hecho, estos son algunos de los habituales componentes indeseables del aire:

1. Partículas: El aire interior contiene partículas sólidas y pequeñas gotas de líquido. Más del 99% no se pueden ver a simple vista y son lo suficientemente pequeñas como para entrar en los pulmones.

2. Polen, cenizas y polvo: Estos ingresan a los edificios desde el exterior, pero no sólo. Las mascotas emiten caspa, los ácaros del polvo crecen en los colchones; el humo del cigarrillo es un potente contaminante que afecta tanto a quien fuma como a los que lo respiran...

3. Hongos: Bacterias, hongos y moho crecen en ambientes con mucha humedad de espacios cerrados. El moho crece en los conductos de calefacción y refrigeración, por lo que cada vez que alguien enciende el aire acondicionado puede estar liberando una gran variedad de microbios en las habitaciones donde están los conductos.

4. Gases: Son una gran variedad ya que se pueden liberar por productos de limpieza, insecticidas, lacas para el cabello, fotocopiadoras, pinturas... Muchos de ellos poseen sustancias químicas conocidas, como compuestos orgánicos volátiles (COV), que son fáciles de respirar pero no necesariamente perceptibles por el olfato humano.

5. Ambientadores: Los ambientadores no mejoran la calidad de aire ya que, aunque sus fragancias enmascaran temporalmente los malos olores, contienen componentes tóxicos que pueden causar cuadros de alergia, asma...

Fuente: Aire Limpio