Limpieza, sanitización, desinfección, descontaminación y esterilización en ambiente hospitalario
Los hospitales son un entorno en donde la existencia de ciertos microrganismos puede presentar un serio problema sanitario. No olvidemos que es allí donde vamos cuando nos ponemos enfermos y por ello la probabilidad de existencia de patógenos es un riesgo inevitable.
De entre todos los microrganismos que encontraremos, y no olvidemos que son ubicuos tanto los beneficiosas como los patógenos, existen varios que preocupan desde hace bastante tiempo pues provocan enfermedades tanto en los pacientes como en el resto de personal de manera continua: son los llamados “multirresistentes”. El último informe EPINE situó por encima del 7,81 % el número de Infecciones Relacionadas con la Atención Sanitaria (IRAS) declarado en 2021, un número elevadísimo y que pone en alerta a los Servicios de Prevención y Medicina Preventiva pues es previsible que vaya en aumento. Desde la perspectiva del paciente y el médico muy preocupante, pues muchas de ellas son persistentes y en demasiadas ocasiones acaban en muerte. Desde el punto de vista de los gestores, provocan elevados costes de estancia, tratamiento y ocupación de servicios.
Y COVID-19 ha puesto de manifiesto cómo los hospitales no están preparados para tratar con enfermedades infecciosas y aislar de manera efectiva a los pacientes.
Como Asesor de Bioseguridad, mi visión es la de los laboratorios de Alta Contención, donde la premisa principal es cortar la cadena de contagio en origen a través de diferentes actuaciones que comienzan en la Ingeniería del laboratorio y los equipos de protección y siempre basándose en los protocolos de limpieza y descontaminación controlados y validables.
Hablemos de la primera, la ingeniería. La construcción de áreas hospitalarias ha estado de espaldas mucho tiempo a las que se utilizan en laboratorios de alta contención biológica : (Biosafety Level 3, BSL3, o Nivel de Contención Biológica 3, NCB3). En ellos, la primera premisa es que la instalación provea de los medios necesarios para el control de los patógenos que en ella se van a manipular: son las que llamamos “barreras secundarias”. Esto es básico, y cualquier otra premisa estética o económica (esta última, desgraciadamente, no siempre) queda supeditada a la seguridad del personal y medio ambiente. Por supuesto que también se tiene en cuenta el flujo de procesos, algo que en hospitales, de una manera más o menos eficiente, se pone sobre la mesa cuando se diseñan BQ o RUMED, pero no en zonas de hospitalización, UCI, urgencias,... La distribución de espacios por procesos, los materiales constructivos o las redes de canalización y servicios, son un aspecto que se descuida y que provoca que cuando se quieren realizar acciones de control de infecciosos entorpecen, por no decir imposibilitan, el que se lleven a cabo de manera efectiva, validable y persistente en el tiempo: huecos inaccesibles, inexistencia de zonas aislables, ventilación inadecuada a los requerimientos de infecciosos,…
Con la pandemia han sido muchas las empresas que han querido aportar su granito de arena en el control de este patógeno y es quizá la luz UV es la que más implantación ha tenido, quizá por su “facilidad de uso”, quizá porque que es un equipamiento relativamente económico y también por otros condicionantes que no vienen al caso.
Pero ¿es verdaderamente efectiva para los usos a los que se destina? Para comprender su alcance y efectividad debo hacer una primera parada para explicar lo que es limpiar, sanitizar, descontaminar y esterilizar, términos que no siempre se usan de manera adecuada a su verdadero significado. Entre los especialistas utilizamos magnitudes matemáticas que nos indican qué es lo que significa cada término, y la diferencia es notable (ver figura 1). Para facilitar la interpretación utilizamos el término “Unidades de reducción logarítmica”, que expresamos como “log” en una escala entre 1 y 6. Así, hablamos de 3log cuando la reducción de la carga microbiana medida inicial (infecciosa o no) se reduce un 99,9%, es decir, si había 1 millón partículas detectables, después de la acción sólo nos quedan 1000. Hablamos de 6log cuando de ese millón solo queda una o ninguna. La descontaminación se alcanza cuando estamos hablando de 4log para virus o 5log para bacterias y es así como se establece la diferencia entre sanitización y esterilización.
Figura1. diferencias entre los diferentes niveles de control de microorganismos
Entones, ¿cuánta reducción es necesaria en entornos hospitalarios? Legalmente, según el reglamento de biocidas, requerimos reducciones de 103 para esporas, 104 para virus, 105 para bacterias. Pero la respuesta es variable y también depende de otros factores, como la dosis infectiva mínima (DIM) del patógeno objetivo y sobre todo con su persistencia. Pongamos varios ejemplos comunes en los hospitales:
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