La necesidad de la bioingeniería en las áreas asistenciales
Este artículo fue publicado por primera vez en el Anuario AEIH 2022
Un nuevo modelo organizativo
El crecimiento exponencial que ha sufrido la tecnología en la sanidad y el empuje que ha dado la pandemia en la transformación digital de todos los sectores, ha propiciado la necesidad de la incorporación de nuevos perfiles técnicos en la figura del bioingeniero o ingeniero biomédico, un perfil con una combinación de conocimientos técnicos y clínicos especializados cuyo objetivo es formar parte de los equipos asistenciales a través de su posición transversal en el esquema organizativo del hospital.
La evolución de los perfiles técnicos en las áreas sanitarias
Los hospitales son edificios en los que diariamente se genera, por un lado, una gran cantidad de incidencias y problemáticas diarias y, por otro lado, una necesidad incesante de evolucionar y mejorar en los diagnósticos, terapias, cirugías, etc., de cada una de las especialidades que se tratan en ellos. Dada la naturaleza “urgente” intrínseca a todo lo que sucede en un hospital, tanto a nivel tecnológico como a nivel infraestructura, siempre se ha necesitado de un equipo de personas cualificadas no solo para solucionar un problema, sino para hacerlo de la forma más rápida, eficiente y limpia posible. A medida que el tiempo ha ido transcurriendo, la curva exponencial imparable que han protagonizado los avances tecnológicos aplicados a las áreas sanitarias, o técnico-asistenciales, ha ido demandando diferentes perfiles que pudieran subsanar las problemáticas y requerimientos asociados a dichos avances, así como sacarle el mayor valor añadido asistencial.
Hasta aproximadamente los 80, en los que había una ausencia clara de tecnología en los hospitales o al menos, distaba mucho de la complejidad que presenta hoy en día, el servicio de mantenimiento tradicional era suficiente para abarcar toda la operativa diaria. El gran porcentaje de incidencias “tecnológicas” recaían en la infraestructura del hospital, como el clima, la electricidad, la fontanería o la telefonía entre otros, presentando unas volumetrías y tipologías muy diferentes a las casuísticas actuales.
A partir de los 80 y hasta entrados los 2000s, se empezó a experimentar la primera hornada de tecnología e implantación de dispositivos médicos complejos, más parecido a la actualidad. Con la aparición de estos nuevos elementos, también aparecieron nuevos requerimientos en la operativa diaria y, por lo tanto, la necesidad de nuevos perfiles que pudieran dar respuesta. Aquí empezó la electromedicina en los hospitales, un equipo de personas con conocimientos específicos que combinasen la tecnología con la clínica, con el objetivo de no solo arreglar dispositivos averiados, sino entender cuál es su uso clínico y empezar a identificar necesidades y/o realizar una gestión inteligente y estratégica del equipamiento médico de un hospital.
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