Vida útil de los detectores
Existe un cierto consenso, entre los actores que intervienen en el funcionamiento de los sistemas de detección
y alarma, en torno a la vida media de los detectores de incendios que se sitúa en 10 años. Superado este umbral,
la seguridad y la fiabilidad pueden estar comprometidas, por lo que es imprescindible afrontar su sustitución, tal
como exige la norma.
Los detectores son los elementos más críticos en una instalación de detección de incendios, por lo que es esencial mantener su eficacia, minimizar falsas alarmas, y evitar respuestas tardías para, de este modo, no solo cumplir con el requisito legal, sino sentirnos seguros sabiendo que los sistemas que protegen nuestras vidas y bienes están en pleno rendimiento y, evitar que el sistema deje de ser útil para lo que ha sido proyectado.
Existen muchos beneficios derivados de un buen mantenimiento y renovación de los equipos de detección:
Protección de vidas y bienes
Una entidad o corporación ha de tener muy en cuenta esta cuestión, puesto que si los elementos o componentes del sistema de detección fallan o no funcionan correctamente ante un incendio, se pone en peligro no solo los bienes sino también a las personas que trabajan en dichas instalaciones.
Evitar el coste de las falsas alarmas y asegurar el correcto funcionamiento en el ámbito de la producción.
Los detectores que han superado su vida útil, a menudo ocasionan la aparición de las alarmas no deseadas que suponen un elevado coste para el usuario final (asistencia, desplazamientos, verificación, paralización de la actividad). Una parada en los procesos diarios de una empresa, por un fallo de un equipo que ocasione una alarma no deseada o por un incendio no detectado a tiempo y que conlleve el desalojo y paro de la producción, puede ocasionar grandes pérdidas económicas y personales.
Las alarmas no deseadas vienen condicionadas por el ambiente en el que se encuentran los detectores (polvo, humedad) y, sobre todo, por el desgaste físico al que es sometido el detector a lo largo de su vida, como por ejemplo, cambios de temperatura, fatiga de los materiales, relajación de las tensiones de los materiales plásticos, humedad, salinidad, ambientes ácidos, luz solar sobre materiales como el ABS, vibraciones, pérdida de propiedades de los productos de protección antihumedad y corrosión, intervención humana, etc.
Nuevas tecnologías de detección
La incorporación de nuevas tecnologías y el I+D+i hacen que los sistemas de detección actuales sean más efectivos que los concebidos tiempo atrás (detectores combinados óptico, térmicos, infrarrojos, monóxido de carbono y con aislador de cortocircuito incorporado), por lo que la mejora va más allá de la simple sustitución por un equipo equivalente.
Responsabilidad Social Corporativa (RSC) asegurada
Cualquier entidad responsable debe y quiere contribuir de forma activa y voluntaria a la mejora social, económica y ambiental, generalmente con el objetivo de mejorar su situación competitiva, y su valor añadido. Sería difícilmente comprensible que una empresa alegara actividades de RSE si no cumple con la legislación de referencia para su actividad y la legislación medioambiental. Los detectores actuales están fabricados según las actuales normas medioambientales, normativa RoHS, etc. y permiten posteriormente su fácil reciclaje. En conclusión, si se procede al cambio de equipos, además de renovar el parque de detectores por uno más eficaz, se consigue que los sistemas e instalaciones sean más respetuosos con el medioambiente y se conseguirá evitar cualquier tipo de incidencia, ya sea leve o grave, que pueda ocasionar un impacto social poco deseable para la imagen de la empresa o institución.
Garantía
Realizar esta renovación, una vez alcanzada la vida útil del detector, conlleva renovar la garantía de los equipos. Actualmente, Honeywell ofrece un periodo de garantía superior a los mínimos exigidos por la legislación, de modo que gran parte de la vida útil del equipo queda cubierta por este periodo de garantía ampliado.
Reducción de las primas con aseguradoras
El cambio o renovación de los equipos de detección permitirá a las empresas renegociar sus primas de seguros. Esta acción, en muchos casos, traerá consigo un ahorro considerable para las empresas en este concepto.
Nuevas exigencias
La norma UNE23007-14: 2014 determina que "la vida media de los detectores automáticos de incendio en condiciones ambientales normales es de 10 años, transcurridos los cuales debe procederse a su sustitución". Sin embargo, en condiciones ambientales más severas, el tiempo de vida se reduce.
Este particular queda recogido en el anexo A de la nueva edición de esta norma. Lo que en la norma UNE23007- 14: 2009 era una recomendación incluida en un anexo meramente informativo se ha convertido, en la norma del 2014, en un requisito de carácter normativo.
Continuidad entre generaciones
En este marco es esencial disponer de soluciones que garanticen la compatibilidad de equipos nuevos y existentes para no tener que sustituir todo nuestro sistema si solo es necesario renovar los detectores. La compatibilidad retroactiva de los sistemas es un factor clave en la toma de decisiones de la que obtendremos la mejor relación seguridad-coste.
Es política de Honeywell disponer de sistemas que permitan la continuidad entre generaciones de producto, por lo que, si en algún caso, el suministro de un repuesto no fuera viable, Honeywell ofrecerá siempre un equipo disponible equivalente.
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