La electrificación, pieza clave para un futuro energético sostenible y competitivo en Europa

OCTUBRE 2025 | VER WEB
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Schneider Electric ha publicado un nuevo estudio que resalta la importancia crucial de la electrificación en el porvenir de Europa. En la actualidad, la tasa de electrificación del continente apenas alcanza el 21%, un nivel estancado desde hace una década y un 10% inferior al de China, donde el avance en este ámbito es mucho más acelerado. A ello se suma un coste energético residencial significativamente mayor: 0,27 euros por kWh en la UE frente a 0,15 euros en Estados Unidos y 0,08 euros en China, lo que implica que las actividades diarias de los europeos son hasta tres veces más caras que en el gigante asiático.

El informe, titulado “Europe energy security and competitiveness – supercharging electrification”, estima que el continente podría ahorrar hasta 250.000 millones de euros anuales de aquí a 2040 si impulsa la transición hacia la electrificación. El denominado “trilema energético”, que busca equilibrar asequibilidad, seguridad y sostenibilidad, continúa siendo un desafío ya que la alta dependencia de los combustibles fósiles mantiene los precios elevados y ralentiza los objetivos climáticos. A pesar de ello, las emisiones de la UE se han reducido un 37% desde 1990.

Aunque la electrificación se presenta como la vía más eficaz para resolver el trilema energético, el estudio advierte que el ritmo de avance varía ampliamente entre los países europeos. Las diferencias en infraestructuras, políticas, madurez de los mercados y adopción por parte de los consumidores explican esta disparidad. Los países nórdicos destacan por su progreso en transporte y edificios, mientras que otros apenas comienzan a intensificar sus esfuerzos.

En el sur de Europa, la electrificación del ámbito residencial es más notoria, mientras que Europa occidental y central concentran la inversión en proyectos industriales y de autoconsumo. En el caso de España, el avance también es desigual: los edificios alcanzan un 45% de electrificación, muy por encima de la media europea (26%), impulsados por la rápida adopción de bombas de calor, que ya representan el 19% del total. En contraste, la movilidad eléctrica se sitúa en apenas un 2%, lo que evidencia un amplio margen de mejora en el transporte. En la industria, la electrificación llega al 31%, también superior al promedio europeo (21%), aunque con un notable potencial de crecimiento.

Para mantener su competitividad global, Europa debe acelerar su transición hacia un modelo económico más electrificado. El informe propone varias líneas de actuación clave. En primer lugar, los responsables políticos deben reducir la brecha de precios entre la electricidad y el gas natural, eliminando gradualmente las subvenciones a los combustibles fósiles y reformando la fiscalidad energética para favorecer la energía limpia. Igualmente, es esencial aumentar la financiación, facilitando el acceso a la inversión, ofreciendo incentivos específicos para pymes y destinando los ingresos del comercio de emisiones y de los fondos de innovación a proyectos de electrificación.

El estudio también subraya la necesidad de fortalecer los mercados locales mediante medidas como la obligatoriedad de la electrificación en nuevos edificios e instalaciones industriales, la expansión masiva de bombas de calor y vehículos eléctricos, y el fomento del autoconsumo energético.

Por último, Schneider Electric enfatiza la importancia de promover el desarrollo local a través de una contratación pública sostenible, acelerar la estandarización y priorizar la innovación y la producción europea, garantizando que los beneficios económicos y laborales de la electrificación se repartan equitativamente por todo el continente.

Tal y como asegura Laurent Bataille, Executive Vice President – Europe at Schneider Electric, “Este informe representa uno de los análisis más completos realizados hasta la fecha sobre el potencial de electrificación en Europa y las acciones necesarias para hacerlo realidad. Deja claro que la electrificación es esencial, no solo para alcanzar nuestros objetivos climáticos, sino también para impulsar el crecimiento económico, la independencia energética y la competitividad industrial. Europa debe superar urgentemente el estancamiento actual de la electrificación. La tecnología ya está disponible y lista para desplegarse. Ahora, las políticas deben incentivar y las empresas deben liderar la implementación para desbloquear los beneficios económicos y medioambientales que necesitamos ver ya.”

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