Fecha: Noviembre 2019
Idioma: Inglés
Procedencia: OMA
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La palabra hospital proviene del latin hospitium que significa: un sitio para recibir a los extraños. Desde aquel momento, la definición de hospital ha ido cambiando, desde un templo, a un monasterio. El hospital sirvió como hospicio para los pobres, mientras que los ricos eran tratados en sus casas.

En 1772, la reconstrucción del Hotel-Dieu en Paris desencadenó una corriente de proyectos utópicos que establecían un nuevo modelo, el hospital como una “máquina de curar”. Con la invención de los rayos X, el hospital se convirtió en un lugar obligatorio para todos, ricos y pobres por igual, asegurando su difusión como institución tecnológica.

Pero, la trágica ironía del hospital del siglo XX fue que cuanto más intentaba este ponerse al día con las innovaciones tecnológicas, más rápido quedaba obsoleto. Por eso cada vez más, los hospitales sufren una vida cada vez más corta, además la humanidad cada vez envejece más a la vez disminuye la cantidad de jóvenes que soportan la carga de los jubilados y ancianos.  

Podemos vivir más, pero esto no significa que seamos más saludables. Cada vez más, nos enfrentamos a un tipo diferente de patología, las enfermedades crónicas reemplazan a las enfermedades infecciosas como la causa predominante de morbilidad y mortalidad. Al mismo tiempo, Europa se está quedando sin personal médico. Para el 2020, la UE tendrá menos de 230.000 médicos, lo que equivale al 13.5 % de sus necesidades de salud. En una sociedad donde los enfermos se conviertan en muchos, y los cuidadores sean cada vez menos, es lógica una pregunta concreta ¿cómo vamos a cuidar a la próximas generaciones cuando envejezcan o enfermen?

A día de hoy no tenemos del todo claro si serán los avances tecnológicos los que nos salven. La historia reciente presenta un argumento convincente para el escepticismo, al tratar de mantenerse al día con el ritmo frenético de la investigación y el desarrollo, pero cualquier gran proyecto hospitalario probablemente sea víctima de su propio afán de innovar y acabar en su insolencia al finalizar.

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