Una de las principales conclusiones en las que coincidieron los participantes del Proyecto Bienestar Sanitario, impulsado por ISS a lo largo de 2021, fue la necesidad de impulsar de forma significativa y decidida la formación y especialización de los profesionales no vinculados directamente con la practica médico-asistencial.  De hecho, se trata de uno de los ejes primordiales a partir de los cuales desplegar el concepto de bienestar sanitario. 

Uno de los principales impactos colaterales de la pandemia ha sido la transformación de los roles y el desempeño laboral de muchos de los colectivos no asistenciales que conviven en un centro sanitario.  

Todos los colectivos profesionales se han visto obligados a adaptar sus competencias a la emergencia sanitaria, un proceso de transformación acelerado que ha puesto de manifiesto que cada eslabón es importante para el funcionamiento de la cadena sanitaria. Conceptos como la transversalidad, resiliencia, visibilidad, multidisciplinariedad, humanización, especialidad y formación continua, se consolidan para definir el nuevo modelo de bienestar sanitario.

Para generar un cambio de paradigma, se debe incrementar la capacitación de todos los profesionales de la organización. Este esfuerzo formativo debe apoyarse además en conseguir involucrar a cada colectivo en la relevancia de su trabajo. 

En un segundo nivel formativo se debe trabajar en la integración de todos los colectivos en la estrategia de las organizaciones y en la alineación de trabajadores propios y externos alrededor de objetivos compartidos, como la humanización o la seguridad de pacientes y profesionales. La especialización del personal administrativo para ofrecer un mayor soporte a los profesionales asistenciales es otro de los aspectos que genera más coincidencia entre los entrevistados.