Respirar aire más limpio en los hospitales gracias a las tecnologías digitales
En España, las infecciones nosocomiales, es decir, aquellas que se adquieren durante la asistencia sanitaria, además de dañar la salud de las personas, se estima que cuestan hasta 575 millones de euros al año. Tal como afirma la propia OMS, los sistemas de ventilación juegan un papel fundamental en la prevención de la expansión de las infecciones.
Para minimizar su riesgo de propagación y proteger tanto a los pacientes como al personal del hospital, directivos, especialistas en enfermedades infecciosas y gestores de las instalaciones deben trabajar codo con codo para incorporar en sus estrategias de control de infecciones todos los aspectos relacionados con el diseño, la operación, la seguridad y la eficiencia de la calidad del aire y los sistemas HVAC.
¿Qué aspectos deben tenerse en cuenta?
Para mantener la calidad del aire de los hospitales en condiciones óptimas son varios los aspectos a tener en cuenta. Mantener la presión del aire y filtrarlo para evitar que los patógenos se muevan de una zona del hospital a otra y garantizar la continuidad del servicio de los sistemas críticos con fuentes de alimentación fiables son dos de ellos. Pero, además, los gestores de las instalaciones deben asegurar una adecuada ventilación de los espacios interiores y controlar la temperatura y la humedad del aire.
Sabemos que la propagación del virus de la COVID-19 es especialmente fuerte en los espacios cerrados que no cuentan con ventilación. Por eso, mantener una adecuada tasa de renovación del aire es vital. Así, una tasa alta reduce la probabilidad de que los patógenos procedentes de las gotitas de saliva y mucosa que expulsamos cuando tosemos o estornudamos se propague.
Por otro lado, no debemos olvidar los aerosoles en suspensión y el papel que juega una buena ventilación cruzada en su eliminación. En este sentido, aunque en el mercado no existen sensores que detecten de forma directa la existencia del virus en el aire, los sensores de CO2 y compuestos volátiles orgánicos (VOC) son la forma indirecta más eficaz de dar a conocer al gestor del edificio o al sistema de gestión automática que un ambiente determinado necesita ventilarse.
Finalmente, también deben controlarse y ajustarse parámetros como la temperatura y la humedad relativa (HR). El objetivo es encontrar un equilibrio entre mantener el confort de los pacientes y evitar el crecimiento y la supervivencia del virus. Aunque todavía no se ha llegado a un consenso definitivo, existen algunos estudios realizados durante la pandemia que muestran que para reducir la transmisión de enfermedades virales es necesario mantener en los interiores unos niveles de humedad de entre el 40% y el 60%.
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